Operación política electoral que consideramos tuvo tres ejes sustanciales, los cuales permitieron obtener los resultados que hasta al día de hoy conocemos.
✍🏽Rodolfo L. Chanona
Algunos se cuestionan, si existió fraude o no en la elección presidencial del pasado 02 de junio, en la cual, obtuvo la victoria el partido político del Presidente Andrés Manuel López Obrador (Morena), triunfo que no solo se concretó a la elección presidencial, sino también a las elecciones de las dos cámaras del Congreso de la Unión.
Sin embargo, es una pregunta difícil de responder, después de ver un resultado electoral aniquilante para la oposición política, en la cual se obtuvo por parte de la candidata de la coalición “Sigamos Haciendo Historia” un total de 35,924,519 votos, equivalente al 59.75% de la votación efectiva, contra 16,502,697 votos que obtuvo la candidata de la coalición “Fuerza y Corazón por México” equivalente al 27.45 %.
También es difícil señalar un fraude de forma literal, cuando salieron a votar un total de 60,115,184 de electores el día de la jornada electoral, de una lista nominal de 98,468,994 arrojándose una participación ciudadana del 61.04 %.
Pero pese a lo anterior, lo que sí se puede precisar es que, existió una operación política electoral sin precedentes en la historia contemporánea de nuestro país, realizada y dirigida desde el púlpito presidencial, en contravención a las normas legales y principios electorales que habían prevalecido en los últimos 40 años; ocasionando con esto que, se llevaran a cabo unas elecciones totalmente inequitativas, pulverizando toda pluralidad política.
Operación política electoral que consideramos tuvo tres ejes sustanciales, los cuales permitieron obtener los resultados que hasta al día de hoy conocemos: el primero de ellos fue el discurso diario del presidente denostando a la oposición, tal es el caso que, en sus conferencias “mañaneras” apoyaba a su candidata Sheinbaum y atacaba a la candidata Gálvez de la oposición, hechos que fueron consecutivos directa o indirectamente por más de un año aproximadamente, haciendo aún lado cualquier principio de imparcialidad del servicio público que debiera prevalecer.
Tal es el caso que, el Instituto Nacional Electoral informó en su momento que 86 conferencias matutinas de López Obrador, fueron denunciadas por intervención en el proceso electoral y que si bien, existía amplia evidencia de su intervención, la configuración normativa de la legislación, limitaba a las autoridades electorales para sancionar a los servidores públicos, máximo tratándose de la figura presidencial.
Esta acción del presidente, generada de forma continua durante todo el proceso electoral, quebrantó totalmente la equidad de la contienda, permeando en la sociedad una percepción negativa contra la candidata de oposición y de los partidos políticos contendientes.
El segundo eje que consideramos influyó, es la política social implementada por AMLO, operada por cerca de 20000 funcionarios, llamados servidores de la Nación; los cuales recorrieron comunidades en todo el país, levantando censos de beneficiarios de los programas sociales del gobierno y condicionando el voto, como lo denunció en algún momento el aspirante a candidato presidencial Marcelo Ebrard, cuando molesto impugnó el proceso interno de Morena.
Lo anterior aunado, al crecimiento del presupuesto de los programas sociales que ha sido alto y que ha representado un crecimiento promedio anual de 51% durante esta administración federal, y uno de los que más se ha incrementado, es el de “Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores”, con un presupuesto asignado para el 2024 de 465,048 millones de pesos, con un crecimiento promedio anual de 129%. Programa que representa el 58% del presupuesto de los programas sociales y que, es posible que haya sido moneda de cambio para el condicionamiento del voto realizado en forma indirecta, al plantearse la retórica desde la campaña presidencial que si ganaba la oposición, se perderían todos estos beneficios, lo cual, evidentemente también influenció en el ánimo de la población.
Por último, el tercer eje que consideramos, es el ánimo insertado en la población de un triunfo anticipado, realizado por parte de los medios de comunicación y programas de opinión, mismos que, en este sexenio fueron financiados como nunca por parte del Gobierno Federal, tal y como, se encuentra documentado por varios analistas; coadyuvando en la inducción del voto y en el alto abstencionismo de los electores el día de la jornada, toda vez que, esta elección, considerada como la de mayor importancia y trascendencia histórica en el país, tuvo una participación ciudadana menor a la mayoría de las últimas elecciones presidenciales llevadas a cabo desde 1994.
Por ejemplo, en la elección de 1994 se obtuvo una participación ciudadana del 77%, en la del año 2000 el 64.0%, en la del 2006 el 58.6%, en el 2012 el 63.1% y en el 2018 el 63.4%.
Por lo que podemos concluir que, los resultados presidenciales si bien fueron abrumadores, no se trata de la decisión de la mayoría del electorado, sino más bien de su minoría, toda vez que, nuestro sistema electoral mexicano esta diseñado para que gobiernen las minorías, tal y como se puede apreciar con los resultados de los cómputos, en donde encontramos que de un total de 98,468,994 electores con derecho a votar, la opción ganadora obtuvo solamente 35,924,519 votos, equivalente al 36.48% del total del electorado mexicano que, si sumamos los votos de la oposición, los votos nulos, votos de candidatos no registrados y abstencionistas, el 63.52 % del electorado no eligió esta fórmula ganadora.