En México, las mujeres veíamos con esperanza la llegada de Hillary Clinton a la presidencia.
✍🏽COLABORACIÓN INVITADA | Enriqueta Burelo
Estaba todo listo: las madres y las abuelas y las niñas con las camisetas azules, las banderas y los prendedores de campaña; los slogans de #ImWithHer (“Estoy con ella”) repitiéndose hasta volverse viral en redes sociales. Hasta los paneles de cristal sobre el centro de convenciones Jacob K. Javits de Nueva York, donde la arquitectura ayudaría a visualizar una metáfora: Hillary Clinton estaba lista para romper el “techo de cristal”, como se llama a la brecha invisible que impide a las mujeres acceder a los mismos puestos de poder que los hombres.
En México, las mujeres veíamos con esperanza la llegada de Hillary Clinton a la presidencia, ya que eso significaría en nuestro imaginario, la posibilidad de una candidata en la elección siguiente en nuestro país, sin embargo, no fue posible romper el techo de cristal, el ganador fue Donald Trump, el típico macho, que encarna esa visión del ciudadano promedio, que quiere un Estados Unidos poderoso, “Ha puesto a China en su sitio, “Él va a hacer que la economía vuelva a subir y los precios de la gasolina van a bajar”, muchos se van por la parte económica, pero también, puede estuvo en juego otro tipo de asunto: los “prejuicios pragmáticos” (en inglés, esto se conoce como “pragmatic bias”).Tener un prejuicio pragmático contra las mujeres en una elección significa que las personas que pueden preferir a una candidata mujer no votarán por ella por temor a que sea demasiado difícil o imposible de que gane, a menudo porque creen que los demás no la apoyarán.
Siempre me he preguntado porque ha sido más fácil la llegada de una mujer a la presidencia de países aparentemente con más brechas de género como Nicaragua, Bolivia, Argentina, Costa Rica, por citar ejemplos, que en Estados Unidos con más mujeres universitarias o en el mercado laboral, en la elección Hillary Clinton vs. Trump, las universitarias votaron por Hillary, pero las no universitarias prefirieron al republicano con un contundente 62%. Otra razón, importante, fue que el voto a Trump, fue un voto, antisistema, fue una patada a la clase política y pocas personas encarnaban ese establishment político que Hillary Clinton.
Mientras tanto, en México, tuvimos una elección que podría servir de muestra a la población femenina del vecino país, pero también, a una parte de la clase política progresista, que considera que es tiempo de mujeres. Las mujeres en México, no disfrutaron el derecho al voto a nivel nacional hasta 1953, 33 años después de que las mujeres en Estados Unidos obtuvieran ese derecho, sin embargo, en estos momentos, nos adelantamos al país vecino y por primera vez, tendremos a una mujer presidenta. Algunas de las razones del avance de México hacia la paridad política de género son estructurales. La ley mexicana exige que los partidos políticos presenten a las elecciones un número igual de mujeres y hombres. Eso no sucede en Estados Unidos.
Tara John de CNN señala en un análisis para CNN International que la elección de una mujer como presidenta en México es “un logro notable en un país conocido por su cultura patriarcal y sus altos índices de violencia de género, donde alrededor de 10 mujeres son asesinadas todos los días”. Pero la ruptura del techo de cristal de México también se ha visto ensombrecida por los problemas multifacéticos de la violencia de las pandillas, las y los políticos como blancos de ataque y el crimen desenfrenado.
Hoy tendremos a Kamala Harris, si otra cosa no sucede, compitiendo en la elección como candidata del partido Demócrata, a partir de la renuncia ya pronosticada de Biden. Es interesante saber que es la primera mujer en la historia de Estados Unidos en ocupar el cargo de vicepresidenta. Fue la primera mujer negra y sudasiática estadounidense elegida para un cargo nacional por un partido político importante, cuando Joe Biden la nombró como su compañera de fórmula para las elecciones de 2020.
Kamala Harris, de 59 años, ha pasado su carrera rompiendo barreras. En California, fue la primera mujer, y la primera mujer negra, en ocupar el cargo de máxima autoridad policial del estado: fiscal. Fue la primera mujer negra de California en ocupar un puesto en el Senado de Estados Unidos, y la segunda de cualquier estado, después de Carol Moseley Braun de Illinois. Harris es también la primera persona de ascendencia india en aparecer en una candidatura presidencial.
Y algo muy importante, nuevamente está cerca de hacer otra vez historia: convertirse en la primera presidenta de Estados Unidos ganándole, de nuevo, a Donald Trump. Lo hará con la narrativa de que ella es una veterana y dura fiscal con experiencia en poner en su lugar a los más despiadados delincuentes, aprovechando –dicho sea de paso– que el expresidente republicano ha sido encontrado culpable de 34 cargos criminales. Y si alguien duda de su historial que le pregunten al Chapo Guzmán. Debido a su fama de “peleadora dura”, vino el halago en 2008 de la periodista Kate Zernike, del diario The New York Times, quien la incluyó en una lista con posibles nombres para ser la primera presidenta de Estados Unidos: “She Just Might Be President Someday”, se tituló el artículo.
enriquetaburelomelgar@gmail.com