Ajedsus Balcázar Padilla. Es un escritor chiapaneco (ciencia ficción, terror y fantasía), poeta y compositor.
✍?ENTRE LETRAS | Didier Gómez Trujillo
Ajedsus Balcázar Padilla. Es un escritor chiapaneco (ciencia ficción, terror y fantasía), poeta y compositor. Nació el 29 de octubre de 1993 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas y radica en San Cristóbal de las Casas. Dirige la revista de literatura fantástica «El Axioma» y ha sido publicado en diversas plataformas digitales como Sexta Fórmula, Revista Ibídem, Página Salmón, Espejo Humeante, Teresa Magazine, Polisemia Revista, El Narratorio, Fanzine Letras Públicas, Revista Poetómanos, Cósmica Fanzine, Revista Duvalier, Revista Anapoyesis, Teoría Omicron, Revista Licor de Cuervo, Revista Letras y Demonios, Perro Negro de la Calle. Participa en Relatos Increíbles No.21, Revista Historias Pulp #5 y Revista Círculo de Lovecraft No.19. Forma parte de la antología “Solar Flare – OVNI” de Editorial Solaris (2020) de Uruguay, “Error-404: Vínculo no encontrado” de Editorial Libre e Independiente (2021), “Deathward” de Editorial Speedwagon Media (2021), “Aquelarre de Carne” y “Museo de Monstruosidades” de Editorial Cthulhu de Perú y “Flores que sólo se abren de noche” de Editorial La Tinta del Silencio (2021) de México. Su primer libro se titula “Mis tristes memorias eléctricas” (Casa Editorial Tuchtlán, 2021). Ha publicado su segundo libro de cuentos, llamado “Dimensiones extrañas”, disponible en Amazon, “Entre quimeras y supernovas” (Ediciones Arboreto, 2023) y “Perfectos intrusos” (Lengua del diablo, 2024).
Es delegado de la Filial Amigos Internacionales del Colegio de Escritores y Poetas del Sureste (CEPSURE). Miembro del Gran Colisionador de Textos Especulativos de la Ciudad de México. Fue becario PECDA Chiapas 2022-2023.
“Almas perdidas (Fragmento): Si supieran mis familiares tan siquiera, saber en qué tramo carretero me accidenté. Si tan siquiera pudieran tener conocimiento que morí en aquella autopista, cuando viajaba rumbo a un evento del trabajo. Si tan solo alguien pudiera liberarme de esta cárcel atemporal que me ancla al automóvil y mi cuerpo putrefacto al fondo del voladero donde me estrellé. Algunos perros salvajes pasan en ocasiones cerca de mi cripta vehicular. Me observan atónitos, con cierto repelús. Calma, amigo, ya no puedo hacerte nada. Más bien ya no puedo hacer siquiera un movimiento que tenga contacto con el plano físico. Solamente soy un espectador. Una pobre alma en pena, anclado al sitio de mi deceso.
“La invasión (Fragmento): Nadie supo realmente de dónde habían llegado. Lo que parecía una lluvia de estrellas, significó el aterrizaje de miles de máquinas estelares. Las denominamos “máquinas” pues nunca ningún ser alienígena descendió de su estructura. Solamente extraños ligamentos emergieron de cientos de orificios que albergaban su redonda figura. En ocasiones únicamente hundían sus extremidades en el suelo y tardaban taladrando, días, semanas e incluso meses enteros. Tal vez buscando algún raro mineral que necesitaran para subsistir, o simplemente para expandir el caos y la destrucción por los territorios por donde se posaban. Los intensos temblores y sacudidas no se detenían nunca. Aunque al principio las Fuerzas Armadas intentaron destruir sus duras carcasas, ningún proyectil o explosivo causó daño alguno. Los extraños artefactos extraterrestres seguían ahí, trabajando con cierta autonomía maligna.
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