¿Hasta cuándo permitiremos que los apellidos sean la moneda de cambio más valiosa en la política mexicana?
✍?REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
Imagina que despiertas una mañana y sientes que lo único que te sostiene es el peso de un apellido. Te has convertido en una sombra, un eco que rebota en las paredes de un poder heredado, pero que no construiste. No hay sacrificios que puedas contar, no hay historias de lucha ni éxitos personales que puedas narrar con orgullo. Solo queda el hecho de ser “hijo de”. Esa es la sensación que me invade cuando pienso en Andrés Manuel López Beltrán, hijo del presidente.
Es curioso cómo la vida nos lleva por caminos inesperados. Yo, al igual que muchos, he caminado por senderos que han requerido esfuerzo, dedicación y, sobre todo, una búsqueda constante de identidad propia. A veces, el reto más grande es demostrar que somos más que el contexto en el que nacimos, más que las circunstancias que nos rodean, más que un apellido.
EL PRIVILEGIO DEL APELLIDO
Andrés Manuel López Beltrán, hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador, es una figura que ha despertado interés no solo por su linaje, sino por el poder que ha acumulado en la esfera política de Morena. Aunque ha mantenido un perfil relativamente bajo en comparación con sus hermanos, López Beltrán es considerado el “hijo favorito” del presidente, una percepción que cobra relevancia cuando analizamos su papel dentro del partido y su reciente búsqueda por convertirse en secretario general de Morena.
El trayecto de Andrés López Beltrán ha estado estrechamente ligado a la influencia de su padre. Su formación académica incluye estudios en Ciencias Políticas y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y cuenta con una maestría en Administración Pública por la Universidad de Harvard. Aun con esta formación, su currículum se ha construido principalmente en la sombra del movimiento de su padre, siendo un estratega detrás de campañas y coordinador de Morena en Ciudad de México. Esto deja claro su papel fundamental en el manejo político del partido, aunque su figura pública no haya brillado por logros independientes.
LO QUE VIENE PARA CHIAPAS
Mientras en la Ciudad de México nos preguntamos cuál será el destino de aquellos que heredan el poder, en Chiapas estamos a punto de presenciar una nueva etapa con Eduardo Ramírez Aguilar como gobernador. A diferencia de otros que se apoyan en su nombre de familia, Ramírez Aguilar se ha forjado un camino propio.
Lo que Chiapas necesita en este momento es algo más que nombres o apellidos rimbombantes. Necesita líderes comprometidos, funcionarios a la altura de la grandeza de su pueblo. Ramírez Aguilar tiene la oportunidad de rodearse de personas que no solo llenen un puesto, sino que estén dispuestas a hacer de Chiapas un mejor lugar. Y es en esa capacidad de seleccionar a los mejores donde se medirá la grandeza de su gobierno. Chiapas es una tierra rica en historia, cultura y recursos, y sus líderes deben estar a la altura de esa riqueza.
EL PELIGRO DEL NEPOTISMO
Volviendo a Andrés López Beltrán, hijo del presidente, surge una pregunta que no puedo dejar de hacer: ¿hasta cuándo permitiremos que los apellidos sean la moneda de cambio más valiosa en la política mexicana? No es suficiente ser “el hijo de tal” para liderar, y mucho menos para ganarse el respeto de una nación cansada de la corrupción, el amiguismo y el nepotismo.
La política mexicana está plagada de historias de hijos, sobrinos y nietos de políticos que han llegado al poder sin tener más mérito que la sangre que corre por sus venas. Pero en un país tan necesitado de cambio, de líderes verdaderamente comprometidos, ¿podemos seguir aceptando esto como la norma? No. La respuesta debe ser no.
UN LLAMADO AL MÉRITO
Anda, tú que me lees —si el saco te queda—, esfuérzate. No te conformes con ser “el hijo de”. Porque en este país, necesitamos más que nombres; necesitamos líderes que realmente se hayan ganado su lugar.
EL LEGADO QUE DEJAMOS
La verdadera medida de un líder no es su apellido, sino lo que deja tras de sí. En este sentido, hay algo profundamente inspirador en quienes construyen su camino a base de trabajo y dedicación, aquellos que demuestran que el esfuerzo individual es lo que realmente importa. Porque al final del día, el mayor mérito que uno puede tener no es ser hijo de nadie, sino ser alguien por derecho propio.
NOTA DEL AUTOR: UN RECONOCIMIENTO MERECIDO
Finalmente, no quiero cerrar esta columna sin expresar mi felicitación a la Dra. Danae Estrada Soto, quien recientemente fue nombrada titular de la Facultad de Humanidades, Campus VI de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach). Su trayectoria académica y profesional es una prueba viva de que el esfuerzo y la dedicación son los verdaderos caminos hacia el éxito. Ella es testigo de mis inicios como docente universitario, y me llena de orgullo ver cómo ha alcanzado esta posición, no por ser hija de alguien, sino por ser una auténtica profesionista.
