Los cuartos de guerra electoral están preparándose. Los interesados en aglutinar a sus soldados han comenzado con la selección de la tropa que utilizarán para ir desgastando a los contrarios, porque con ello lograrán la supervivencia política posterior al mandato de Andrés Manuel López Obrador.
La desesperación se nota y palpa más en la cuadra de Morena, porque al menos la oposición ya sabe que irán en alianza y tienen desde ya a su abanderado a la gubernatura.
Los morenistas son los que andan con el Jesús en la boca, rezándole al Cristo de Tepetitán para ser quienes se vean beneficiados con la unción y bendición que los lleve a convertirse en candidatos a la gubernatura. A raíz de esa desesperación a quienes aspiran por la parte oficial no les importa ligarse o buscar aliados en sectores que han sido despreciados por el actual régimen: el fin justifica los medios.
Actualmente, quienes militan en Morena y tienen un cargo de elección popular o dentro de la administración pública hacen lo que sea con tal de ser vistos, peor aún se sienten con los tamaños y arrestos de sentarse en el escritorio principal de Plaza de Armas.
Funcionarios de medio pelo, legisladores y cualquiera que engrose las filas de la llamada Cuarta Transformación instaurada por Andrés Manuel López Obrador, se sienten los iluminados, y sobre todo preparados para gobernar a una noble entidad como Tabasco.
En su ambición a muchos les importa un bledo aliarse con quien sea con tal de formar un cuarto de guerra: están en la plenitud del poder, tienen los recursos necesarios para comprar conciencias y hacer que se olviden las humillaciones del pasado reciente.
Andarán tan de cabeza las cosas en Tabasco que, hasta a una alcaldesa de la Chontalpa la tienen encuerdada que puede aspirar a gobernarnos, sin detenerse a ver las desastrosas acciones que en menos de un año ha realizado en el municipio que gobierna.
Lo malo es que quienes aspiran por parte de Morena se han olvidado que existe un desgaste natural del poder, además, se olvidan que nuestra entidad ocupa los primeros lugares en rubros como el desempleo, inseguridad, generación de ingresos e informalidad, pese a esos flagelos, siguen pensando que el tabasqueño es tonto y que con el solo hecho de que los abanderen por las siglas oficiales, con eso les alcanzará para lograr el tan anhelado sueño de poder.
Se pueden molestar, dar de golpes contra la pared y brincar de rabia, pero los actuales morenistas con sus actitudes de formar cuartos de guerra y aspiraciones sin sentido, están cometiendo las mismas acciones del PRI, cuando ese partido generaba expectativas de triunfo.
Están actuando con la misma soberbia que caracterizó a los priistas que saquearon a Tabasco. Pero no hay que perder de vista que más de tres de los que aspiran tienen sus orígenes precisamente en el PRI, allí aprendieron las malas prácticas de la simulación y el avasallamiento en lugar de la conciliación, eso en simple castellano es no entender los tiempos de cambio que desde 2018 debe imperar.