Para Morena, la ruta hacia el futuro pasa por un requisito esencial: la seguridad.
REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
Para Morena, la ruta hacia el futuro pasa por un requisito esencial: la seguridad. Mientras avanzan con la promesa de consolidar la Cuarta Transformación, queda claro que este ideal no tendrá cimientos firmes si no logra brindar paz y estabilidad a quienes habitan este país.
Escuché en entrevista a una morenista de sepa y sus palabras retumbaron con fuerza: “Para Morena no hay 2030 sin seguridad”. Más que una frase, es una advertencia y una realidad imposible de ignorar. Porque cualquier plan político, por ambicioso que sea, palidece si quienes lo impulsan no pueden asegurar que el camino esté libre de violencia e incertidumbre.
La Guardia Nacional, el despliegue de fuerzas, la intervención en las regiones más azotadas por el crimen… todo apunta a una estrategia que busca convencer de que este gobierno puede y va a devolver la tranquilidad. Sin embargo, en medio de esta narrativa, la gente sigue viviendo en constante zozobra, viendo cómo cada día la realidad les arrebata un poco de paz.
LOS CASOS RECIENTES QUE NOS HAN VULNERADO
Chiapas ha sido testigo de una ola de violencia que ha sacudido su tejido social en los últimos meses. Las cifras no solo muestran un aumento en homicidios y enfrentamientos armados, sino que también reflejan una realidad donde las balaceras, los secuestros y los robos son ya parte de la vida cotidiana en varias regiones del estado. Este año, comunidades enteras han quedado atrapadas entre el fuego cruzado de grupos criminales, mientras las autoridades intentan –y en ocasiones no logran– mantener el control.
La situación en municipios como San Cristóbal de las Casas, Tapachula y la propia Tuxtla Gutiérrez, así como en zonas rurales cercanas a la frontera, ha dejado a la ciudadanía en un estado constante de vulnerabilidad. Familias que solían dormir con las ventanas abiertas ahora duermen con miedo, y negocios que eran el sustento de cientos de familias ven mermadas sus actividades por la inseguridad. Estos son los rostros de la vulnerabilidad que la Cuarta Transformación debe atender sin dilatación, pues de lo contrario, ese malestar seguirá creciendo, transformándose en descontento hacia las promesas de un cambio que aún se percibe distante.
LA APUESTA POR NUEVOS ROSTROS
Parte del cambio que Morena quiere implementar no se centra solo en medidas de seguridad, sino también en la renovación de sus propios cuadros. Hablan de un ejército de personas que recorrerán cada rincón del país, de nuevos rostros que prometen renovar el partido, limpiar su imagen y acercarse a las comunidades. Pero, ¿hasta qué punto estos nuevos cuadros serán capaces de llevar consigo no solo las banderas de Morena, sino las esperanzas de quienes claman por vivir sin miedo?
El reto de estos nuevos rostros es enorme. Cargarán con la expectativa de millas de ciudadanos que, cansados de discursos sin sustancia, necesitan líderes que realmente representen una posibilidad de cambio. No basta con que caminen el territorio; tendrán que hacerlo con honestidad, con una verdadera intención de escuchar y con la disposición de responder a las necesidades de quienes los eligen. Porque el país ya no está para juegos de simulación.
ZOZOBRA: EL COSTO DE LA TRANSFORMACIÓN
Hoy, México vive bajo un manto de incertidumbre que cala en lo más profundo de su sociedad. La zozobra ha dejado de ser una palabra y se ha convertido en la constante que acompaña el día a día de millones de mexicanos. Las noticias de violencia se acumulan, y la respuesta parece, a veces, tan lejana como un susurro que apenas se oye en medio de la tormenta. A veces parece que la transformación prometida exige un precio muy alto, que la “Cuarta Transformación” ha desviado su rumbo para instalarse en los miedos cotidianos de quienes la sostienen.
Pero no todo puede ser desesperanza. Porque, a pesar de todo, aún resuena con fuerza esa vieja frase que tanto reconforta: “No hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo aguante”. La resiliencia de México no es una utopía, sino una realidad que atraviesa cada rincón de su historia. Así ha sido y así será, porque este país, aunque herido, no se rinde.
UN CAMBIO PENDIENTE DE CONSOLIDARSE
Morena enfrenta el desafío de consolidarse no solo como la opción actual, sino como un referente duradero, y para eso, el cambio que prometen necesita trascender los discursos. La pregunta es si serán capaces de enfrentar este reto o si el pueblo, como tantas veces antes, se verá forzado a buscar su propio rumbo, con o sin el apoyo de sus gobernantes. La inseguridad es una realidad que no espera, y aunque el camino hacia 2030 esté trazado, la ruta que tomen dependerá de la capacidad de Morena para hacer frente a las necesidades inmediatas.
¿ESTAMOS LISTOS PARA EL CAMBIO?
Hoy, más que nunca, México necesita creer que la paz es posible, que la seguridad no es un privilegio sino un derecho innegociable. Y, en ese sentido, Morena tiene en sus manos la oportunidad de demostrar que esta transformación puede y debe tocar fondo en lo que más importante: la seguridad de su gente. Sin ese compromiso firme y tangible, todas las promesas de un 2030 próspero serán, al final, solo ilusiones.
Es momento de que el país sienta que no hay mal que dure cien años ni pueblo que lo aguante, porque cuando la esperanza de un pueblo se renueva, el cambio es inevitable. ¿Estamos listos para el cambio?
Cordial saludo.