Con la violencia, con la indiferencia y con el olvido. El problema no es la falta de políticas públicas; es su implementación deficiente,
✍?REALIDAD A SORBOS | EricOrdóñez
Mónica Delgado Castellanos, de 35 años, fue brutalmente asesinada a golpes por su pareja la madrugada del jueves 19 de noviembre, en la colonia Terán de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Según las primeras indagaciones, el ataque habría sido motivado por celos.
La Comisión Estatal de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia reporta que Chiapas acumula 33 feminicidios en lo que va de 2024, cifra que ya supera los registros de todo el 2023.
MARISELA: UNA MADRE, TRES MUERTES
A Marisela Escobedo la mataron tres veces, y en cada una de esas muertes se expuso una herida profunda del sistema mexicano. La primera fue cuando su hija, Rubí Marisol Frayre, de tan solo 16 años, fue asesinada en 2008. La segunda ocurrió cuando el sistema judicial absolvió al asesino confeso, Sergio Rafael Barraza, argumentando “falta de pruebas”. Y la tercera, la más desgarradora, fue en diciembre de 2010, cuando un balazo apagó su vida frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua mientras protestaba, exigiendo justicia.
Marisela no solo fue una víctima; se convirtió en símbolo de una lucha que no debería existir, una lucha que debería estar encabezada por las instituciones y no por madres y familiares que lo han perdido todo. Su caso es un recordatorio de cómo el sistema falla tres veces: al permitir la violencia, al perpetuar la impunidad y al condenar al olvido a las víctimas.
Pienso en mi madre, en mis hermanas, sobrinas, primas, amigas queridas y colegas. Pienso en mis estudiantes, jóvenes brillantes que enfrentan un mundo hostil y que, aun así, no temen alzar la voz. Les he dicho muchas veces: “Vayan, marchen, pinten y rayen hasta que no falte ninguna.” ¿Cómo no sentir indignación cuando lo que les pedimos es que sobrevivan, mientras las instituciones que deberían protegerlas se quedan de brazos cruzados?
LAS ‘MARISELAS’ DE CHIAPAS
En Chiapas también hay muchas ‘Mariselas’. Maricruz Velasco Nájera lucha desde 2018 por justicia para su hija Karla Yesenia Gómez Velasco, asesinada brutalmente. Flor Emilia Alcázar busca respuestas para el caso de Paola Yazmín Ocampo, encontrada en una cisterna en 2022. Estas madres han convertido su duelo en resistencia, enfrentando no solo su dolor, sino también un sistema que parece diseñado para desgastarlas.
La tragedia no debería ser una carga cotidiana, pero en Chiapas lo es. Según datos del Observatorio Feminista contra la Violencia a las Mujeres, el estado continúa entre los primeros lugares en violencia feminicida. La lucha de estas mujeres no es solo por sus hijas, es por todas. Es un grito colectivo que pide que no haya más Karla Yesenias, más Paolas, más Maricelas.
LAS CIFRAS QUE ATERRORIZAN
Hasta noviembre de 2024, Chiapas ha registrado 33 feminicidios. Estas cifras superan a las del año pasado, y detrás de cada número hay un rostro, una historia. Mónica Delgado Castellanos, una madre y maquillista, fue asesinada a golpes por su pareja en Tuxtla Gutiérrez. Liliana Guadalupe Marroquín, de apenas 12 años, fue hallada sin vida, en la misma ciudad.
Cada caso evidencia la vulnerabilidad a la que están expuestas las mujeres en este estado y en todo el país. Como periodista y docente, siento la responsabilidad de visibilizar estas historias y enseñar a mis estudiantes a escribir con perspectiva de género, porque las palabras también son una herramienta de justicia, mientras que el silencio nos convierte en cómplices.
OCHO AÑOS CON ALERTA DE VIOLENCIA DE GÉNERO
En 2016, Chiapas se convirtió en uno de los estados con Alerta de Violencia de Género. Abarcó varios municipios, pero ocho años después, ¿qué ha cambiado? Las mujeres siguen muriendo, los casos siguen archivados, y las familias continúan marchando y exigiendo justicia.
La alerta debía ser un punto de inflexión, una herramienta para garantizar seguridad y justicia. Sin embargo, para muchas familias, esta alerta no ha significado más que palabras vacías. En Chiapas, el problema no es la falta de políticas públicas; es su implementación deficiente, su falta de seguimiento y la negligencia de las autoridades responsables.
“CANCIÓN SIN MIEDO”: EL HIMNO DE UNA LUCHA COLECTIVA
“A cada minuto de cada semana, nos roban amigas, nos matan hermanas…”
La Canción sin miedo de Vivir Quintana se ha convertido en el himno de una resistencia que no se detiene. Es la voz que acompaña a las madres que marchan, a las estudiantes que pintan consignas, a las periodistas que escriben para que las víctimas no sean olvidadas. En Chiapas, este canto es un eco que retumba en cada marcha, en cada protesta frente a las oficinas del gobierno, y en cada acto de memoria.
Es imposible escucharla sin pensar en los nombres que han quedado en el camino, sin sentir la rabia y la esperanza de que las cosas cambien. Pero el cambio no llegará si seguimos permitiendo que el sistema las falle una y otra vez.
NO NOS MATEN LA ESPERANZA
En Chiapas también las matan tres veces: con la violencia, con la indiferencia y con el olvido. Como sociedad, no podemos seguir siendo cómplices. Cada vez que una mujer es asesinada, es nuestra responsabilidad levantar la voz, exigir justicia y transformar las estructuras que perpetúan esta crisis.
Hoy pienso en todas las mujeres que forman parte de mi vida. No puedo, no quiero, imaginar un mundo donde ellas sean una cifra más. No podemos dejarlas solas en su búsqueda de justicia. No podemos permitir que el silencio las borre. Y, sobre todo, no podemos permitir que nos maten el futuro.
Saludos cordiales.