Chiapas ha sido testigo de estrategias de seguridad que, bajo nombres rimbombantes, prometían erradicar la violencia y restablecer el orden.
REALIDAD A SORBOS | Eric Ordóñez
No fue en una cátedra ni en una conferencia magistral. Escuché la frase que titula estas líneas en una reunión casual, de esas que te dejan pensando más de lo esperado: “La locura es seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos”. Aunque atribuida con frecuencia a Einstein, su autoría es lo de menos; lo relevante es cómo encapsula la paradoja que enfrentamos en la vida pública.
La frase, más que un juicio, es un recordatorio. En Chiapas, donde las crisis parecen haber encontrado una cómoda permanencia, su pertinencia es innegable. ¿Cuántas veces hemos visto soluciones recicladas? ¿Cuántas veces hemos esperado resultados distintos sin cambiar el método? Sin embargo, algo parece distinto esta vez.
LO QUE SE HIZO ANTES
Chiapas ha sido testigo de estrategias de seguridad que, bajo nombres rimbombantes, prometían erradicar la violencia y restablecer el orden. Fueron esfuerzos que, en su momento, generaron expectativas pero terminaron replicando los vicios del pasado: improvisación, falta de seguimiento y, sobre todo, una desconexión con las verdaderas necesidades de la población.
La seguridad, como muchas otras áreas, se abordó con medidas reactivas y mediáticas que resolvían el problema momentáneamente, pero dejaban intactas las raíces. Así, los conflictos se perpetuaron, y las instituciones, en lugar de fortalecerse, se desgastaron.
LO QUE SE HACE AHORA
Hoy, el panorama parece cambiar. Las decisiones recientes no solo atienden el aquí y el ahora, sino que muestran una intención de romper el ciclo de la inercia. La creación de una fuerza especial para atender emergencias de seguridad no es solo un golpe de efecto, sino una respuesta a una necesidad urgente.
Esta nueva estrategia no ha sido anunciada como una solución definitiva ni mágica, sino como un componente de un enfoque más amplio. La designación de perfiles estratégicos en puestos clave refuerza esa impresión: parece haber un intento real de hacer las cosas de manera diferente. No se trata solo de cambiar nombres; se trata de dotar a las instituciones de herramientas, personas y métodos que respondan a las demandas actuales.
LA DENOMINADA NUEVA ERA
Hablar de una nueva era siempre implica riesgos. La historia nos ha enseñado que las promesas de transformación pueden quedarse en eso: promesas. Pero hay señales que invitan al optimismo.
Las recientes decisiones muestran un esfuerzo por restaurar la confianza de la ciudadanía en las instituciones. Desde los nombramientos que buscan recuperar la credibilidad hasta los operativos que priorizan el cumplimiento de la ley por encima de los intereses particulares, hay una narrativa que se construye paso a paso: hacer lo correcto, aunque cueste.
La clave estará en que estas acciones no se pierdan en la burocracia ni en los intereses políticos. La ciudadanía necesita resultados visibles, pero también consistencia y visión a largo plazo.
LA FRIP: ENTRE PROMESA Y DESAFÍO
La Fuerza de Reacción Inmediata Pakal (FRIP) es quizás el ejemplo más claro del intento de romper con el ciclo de locura. Su creación responde a una necesidad urgente: dar respuesta rápida y contundente a los conflictos que amenazan la paz en el estado. Pero su verdadero desafío será evitar convertirse en otra fuerza más que se diluye con el tiempo.
El éxito de la FRIP no dependerá solo de su capacidad operativa, sino de su conexión con un sistema integral de seguridad y justicia. ¿Habrá coordinación con las policías municipales? ¿Se reforzarán las instituciones locales? ¿O seguiremos centralizando los esfuerzos mientras se desatiende lo fundamental?
UNA CRÍTICA, PERO TAMBIÉN UNA INVITACIÓN
Es fácil criticar desde la distancia, pero también es necesario reconocer cuando se intenta hacer las cosas de manera diferente. Chiapas no necesita más discursos ni promesas; necesita acciones que demuestren un cambio real.
Hoy, parece que las decisiones van en la dirección correcta. Sin embargo, el reto no termina con un operativo o un nombramiento; comienza con ellos. El verdadero cambio llegará cuando la ciudadanía vea resultados consistentes y pueda decir, con confianza, que se está dejando atrás el ciclo de la locuZra.
Porque al final, hacer lo mismo y esperar resultados distintos no es solo locura; es también la raíz de nuestros mayores fracasos. Y romper con ello es, quizás, nuestra mayor esperanza.
Cordial saludo.