Las acciones recientes reconocen una verdad que durante años fue maquillada: Chiapas no estaba bien.
REALIDAD A SORBOS/Eric Ordóñez
Chiapas es un estado que vive entre contrastes: riqueza cultural inigualable y pobreza persistente. Esta última, lamentablemente, se refleja con crudeza en el mercado laboral. Somos el estado con mayor porcentaje de trabajadores en condiciones críticas de empleo, según cifras recientes. Casi un tercio de los chiapanecos ocupados enfrenta jornadas interminables o salarios insuficientes, que los condenan a la subsistencia y los alejan de un proyecto de vida digno.
Esta situación no es nueva. Durante años, los números han evidenciado una realidad que la política pocas veces logra atender de manera efectiva. Sin embargo, hoy hay una oportunidad de romper con esa narrativa. La seguridad, indispensable para el desarrollo económico, comienza a recuperarse en algunos puntos estratégicos del estado, y con ello surge la posibilidad de que la economía siga el mismo camino.
Lo cierto es que no basta con reconocer el problema. Hace falta acción, voluntad y, sobre todo, continuidad. Chiapas necesita pasar de las estadísticas alarmantes a los resultados esperanzadores. Ese es el desafío más grande que enfrentamos como sociedad.
CONSTRUIR DESDE LA SEGURIDAD
En un estado donde la violencia ha sido una constante en los últimos años, recuperar la paz no es una tarea menor. Las acciones recientes en materia de seguridad parecen ser un intento decidido por restaurar el orden y devolverle a Chiapas la tranquilidad que tanto anhela. Y aunque los resultados todavía no son definitivos, es justo reconocer que se han sentado las bases para algo que podría transformarse en una estrategia efectiva.
La seguridad es el punto de partida para cualquier avance económico. Sin ella, no hay inversión, no hay turismo, no hay desarrollo. Chiapas, con toda su riqueza natural y cultural, tiene un potencial inmenso que solo puede florecer en un entorno donde las familias, las empresas y los visitantes se sientan protegidos. Queremos confiar en que las acciones actuales no serán momentáneas, sino el inicio de un proceso sostenido.
Sin embargo, también es necesario que no se pierda de vista la complejidad de nuestra realidad. La paz no es solo la ausencia de violencia; es también la presencia de oportunidades. No basta con combatir los síntomas si no atendemos las causas profundas de los conflictos, que suelen estar vinculadas a la pobreza, el abandono y la falta de alternativas.
UN FUTURO QUE PODEMOS IMAGINAR
Es cierto que los resultados no llegarán de la noche a la mañana. Pero, como chiapanecos, estamos acostumbrados a construir en terrenos difíciles. Queremos creer que, esta vez, los esfuerzos tienen un propósito más amplio que el discurso político o la acción temporal.
Si logramos combinar las recientes mejoras en seguridad con políticas que prioricen el empleo digno, podríamos dar un giro histórico. No se trata solo de generar más trabajos; se trata de empleos que respeten la dignidad humana, que permitan a las familias planear un futuro y que nos saquen del vergonzoso primer lugar en precariedad laboral.
UN FUTURO QUE PODEMOS IMAGINAR
Como dijo -mi siempre recordado- Juan Gabriel, queriendo y no, las acciones recientes reconocen una verdad que durante años fue maquillada: Chiapas no estaba bien. Nos decían que todo marchaba, que éramos ejemplo de bienestar y transformación, pero la realidad ha demostrado lo contrario.
Queremos creer que ahora el cambio es más que una ilusión. No se trata solo de admitir errores del pasado; se trata de transformar Chiapas con hechos concretos, y no con discursos vacíos. Cada paso que se da para enfrentar la inseguridad, la pobreza y la falta de oportunidades debe ser acompañado por un compromiso real de mejorar las condiciones de vida de las personas.
Que esta sea, de verdad, la chispa que encienda una nueva etapa para nuestro estado. Porque, si algo nos ha enseñado nuestra historia, es que los chiapanecos sabemos resistir, pero también sabemos reconocer cuándo nos han mentido. Hoy toca exigir resultados, pero también trabajar para convertir esos sueños de transformación en una realidad que podamos vivir, no solo imaginar.
Cordial saludo.