En un tiempo donde todo avanza sin espíritu y sin bondad, la Rial persiste como un refugio para lo auténtico.
REALIDAD A SORBOS/Eric Ordóñez
El sábado pasado, Villaflores me recibió con el alma generosa que lo caracteriza. La Tradicional Comida de la Rial Academia de la Lengua Fraylescana, en el marco de su 32 aniversario, fue una celebración que reafirma que en Chiapas hay espacios donde el sentido de pertenencia aún se vive con enjundia. Villaflores no solo cultiva la tierra; cultiva tradiciones, historias y un espíritu de comunidad que contagia.
La barbacoa, por ejemplo, fue un festín que no solo sació el paladar, sino el alma. Comerla bajo el sol de esta tierra fértil me recordó lo generosos que son Villaflores y su gente. Aquí, las tradiciones no se quedan en el pasado, sino que se renuevan con cada generación. Me encantó ver cómo la gente se siente parte de algo más grande, cómo el orgullo de pertenecer a esta región se manifiesta en los detalles más simples y, a la vez, más significativos.
EL RETO DEL SENTIDO DE PERTENENCIA
A los chiapanecos nos cuesta sentirnos propios. Tal vez porque la historia nos ha enseñado a mirar siempre hacia afuera, como si las cosas buenas solo pudieran venir de lejos. Pero la Rial es un recordatorio de que lo nuestro tiene valor, de que lo nuestro es digno. Es un espacio donde la identidad cultural de los fraylescanos se pone en alto y se defiende con alegría y orgullo. Aunque debo admitir que me arrancó una sonrisa el momento en que el pianista terminó siendo tecladista, un detalle que podría parecer menor, pero que resume perfectamente esa mezcla de solemnidad y espontaneidad tan nuestra.
Para mí, la Rial tiene un significado especial. Me recuerda mis inicios en la televisión pública de Chiapas, cuando apenas era camarógrafo y descubrí que, detrás de la lente, hay historias mágicas esperando ser contadas. La Rial, con su autenticidad y su arraigo, es ese tipo de magia que la televisión pública de hoy parece haber perdido. En un tiempo donde todo avanza sin espíritu y sin bondad, la Rial persiste como un refugio para lo auténtico.
VALERIA ROSALES: UNA NUEVA NARRATIVA
No puedo dejar de mencionar a Valeria Rosales, quien como presidenta municipal intenta escribir su propia historia en una tierra donde la herencia cultural, económica y política pesa. Su esfuerzo por desmarcarse del apellido y caminar con luz propia merece reconocimiento. No lo tiene fácil. En Chiapas, el pasado familiar es un eco que retumba, un recordatorio constante que a veces opaca los intentos de escribir nuevos capítulos. Y, sin embargo, Valeria lo intenta. Su presencia en este evento fue firme, significativa: un ejemplo de cómo se puede honrar las raíces mientras se cultiva algo nuevo.
LA TRANQUILIDAD QUE REGRESA
Más allá de la comida, la cultura y la política, hubo algo que me llenó de esperanza durante este viaje: la tranquilidad. Manejar por las carreteras de Chiapas y sentirme en paz, detenerme por un rato y luego regresar sin el temor que se ha vuelto habitual en nuestro estado, fue un regalo que no esperaba. Pareciera que, poco a poco, Chiapas comienza a recuperar algo que habíamos perdido: la posibilidad de viajar sin miedo, de reencontrarnos con nuestra tierra y con nuestra gente.
Villaflores, con su abundancia y su espíritu, no solo es un ejemplo de productividad, sino de cómo las comunidades pueden resistir y persistir a pesar de los desafíos. Aquí, la Rial y todo lo que representa son un recordatorio de que vale la pena construir, creer y pertenecer. Porque sí, Villaflores Rial-mente sí Vale.
Cordial saludo.
Solo un palabra para este texto. Gracias y me pongo de pie ante un espíritu profundo que siente y piensa desde la grandeza.
Extraordinaria nota periódica felicitaciones Eric Ordóñez