La expansión de las plantaciones de aguacate ha llevado a una alarmante deforestación.
ECOLOGÍA HUMANA/Amado Ríos Valdez
El aguacate, conocido como el “oro verde”, ha experimentado un crecimiento exponencial en su demanda global. México, siendo el principal productor mundial, ha incrementado significativamente sus plantaciones para satisfacer este mercado. Sin embargo, este auge ha traído consigo una serie de desafíos ambientales y sociales que afectan principalmente a los estados del centro y sur del país.
DEFORESTACIÓN Y PÉRDIDA DE BIODIVERSIDAD
La expansión de las plantaciones de aguacate ha llevado a una alarmante deforestación. En Michoacán, principal estado productor, se estima que entre 2010 y 2020 se talaron aproximadamente 6,000 hectáreas de bosques anualmente para dar paso a estos cultivos. Esta pérdida de cobertura forestal fragmenta los hábitats naturales, poniendo en riesgo a numerosas especies y alterando ecosistemas enteros. Además, se ha reportado que el 80% de las huertas de aguacate en Michoacán se establecieron ilegalmente, contribuyendo a la deforestación y pérdida de bosques templados. Pero este fenómeno se ha repetido, aunque ciertamente en menor medida, en los estados de Guerrero, Colima, Jalisco, Chiapas,Puebla y Veracruz.
CONSUMO EXCESIVO DE AGUA Y DEGRADACIÓN DEL SUELO
Los árboles de aguacate requieren una cantidad significativa de agua, consumiendo de cuatro a cinco veces más que los pinos nativos de la región. Este elevado consumo hídrico ha generado escasez de agua en comunidades locales y ha afectado la disponibilidad del recurso para otros usos. Además, la transformación de bosques en monocultivos de aguacate degrada la calidad del suelo, disminuyendo su fertilidad y aumentando la susceptibilidad a la erosión. Se ha documentado que los productores de aguacate desvían agua de arroyos y acuíferos para el riego de sus huertas, lo cual está provocando conflictos sociales en estados como Michoacán.
IMPACTO EN LAS COMUNIDADES LOCALES
La expansión descontrolada de las plantaciones no solo afecta al medio ambiente, sino también a las comunidades locales. La conversión de tierras forestales en cultivos de aguacate ha desplazado a poblaciones rurales, alterando sus medios de vida tradicionales y generando conflictos por la tenencia de la tierra. La pérdida de servicios ecosistémicos, como la regulación del clima y la provisión de agua, impacta directamente en la calidad de vida de estas comunidades. Además, la extracción ilegal de agua por parte de productores de aguacate para irrigar sus huertas agrava la deforestación y genera tensiones sociales.
INFILTRACIÓN DEL CRIMEN ORGANIZADO
El lucrativo mercado del aguacate no ha pasado desapercibido para el crimen organizado. Grupos delictivos han infiltrado la cadena de producción, extorsionando a productores, empacadores y transportistas. En Michoacán, se han documentado casos donde estos grupos imponen “cuotas” a los agricultores y controlan la distribución del producto. Esta situación ha generado un clima de inseguridad y violencia en las regiones productoras, afectando tanto la economía local como las relaciones comerciales internacionales. Se estima que en 2022, 10 municipios de Michoacán concentraban el 75% de la superficie dedicada a la producción de aguacate y el 73% del valor de la producción, lo que evidencia la concentración y control de la producción en manos de ciertos grupos.
¿AGUACATE SUSTENTABLE?
Frente a estos desafíos, es crucial implementar prácticas agrícolas sostenibles que minimicen el impacto ambiental. La reforestación de áreas degradadas, el uso eficiente del agua y la diversificación de cultivos son algunas de las estrategias recomendadas. Además, es fundamental fortalecer el estado de derecho en las regiones productoras para combatir la infiltración del crimen organizado y proteger a los productores locales. La implementación de sistemas de certificación que garanticen la legalidad y sostenibilidad de las plantaciones puede contribuir a mitigar estos problemas.
El crecimiento desmedido de las plantaciones de aguacate en México evidencia la necesidad de equilibrar el desarrollo económico con la conservación ambiental y la justicia social. Solo a través de un enfoque integral se podrá garantizar la sostenibilidad de este valioso recurso sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras.
amado.rios@gmail.com