Claudia Berenice Ordóñez Perales
Los más de 45 grados que tenemos de sensación térmica a la sombra en estos días de mayo se viven de manera diferente en los conjuntos habitacionales de interés social con viviendas de escasos 43 m2 de construcción; p.e. el área del Fraccionamiento Ciudad Bicentenario es de 54 hectáreas aproximadamente –esto sería como tener dos unidades deportivas–, en él existen más de 3,735 viviendas de interés social y/o popular por lo que el 35.43% del área del fraccionamiento es habitacional y un 23% se designó para áreas verdes de recreación. El problema es que estos espacios hoy se encuentran invadidos, son lotes baldíos o basureros de todo tipo de desechos y al estar en esas condiciones ¿qué sentimientos o emociones pueden producir en los habitantes?, más aún, ¿qué rol pueden jugar en estos meses cálidos?
Las áreas verdes diseñadas ecológicamente –léase, con árboles– y equipadas como parques y aptas para favorecer el encuentro social son considerados como instrumentos de salud pública al ser espacios dedicados a la recreación, ya que menores de edad, adultos y personas con discapacidades con acceso a estos lugares pueden tomar un respiro de sus actividades diarias. Además, son áreas que si están bien diseñadas promueven la seguridad del lugar. La razón de seguridad se debe a la presencia de personas en los espacios públicos quienes actúan como controladores sociales en el vecindario. Lo cual se refiere a la habilidad de la comunidad para monitorear el comportamiento de su espacio e intervenir si fuera necesario.
También se debe considerar que la falta de espacios verdes habitables y dignos provoca que desde la niñez ya no se explorare el medio natural y se vuelquen a las pantallas dedicando su tiempo a mirar la televisión o a jugar con el internet. Su estilo de vida en general se vuelve sedentario ocasionando la extinción de la experiencia con el medio natural por ende la pérdida desde la infancia de la oportunidad de valorar la naturaleza y conocer los beneficios que ésta nos aporta.
Por otro lado, si lo que buscamos en estos meses calurosos es el reducir la isla de calor en la que estamos inmersos por vivir en áreas urbanas que son construidas con concreto y otros materiales absorbentes de calor, la opción más viable es contar con áreas verdes diseñadas ecológicamente.
Como un sencillo ejemplo de la importancia que tiene las áreas verdes en los meses cálidos de Villahermosa, se muestra el grafico 01 donde se exponen las temperaturas de los materiales que se tomaron a la sombra y al sol en los meses de abril de 2022 y octubre de 2019. Pero lo más relevante del grafico es que tener un árbol que de sombra puede marcar una diferencia de 17º C al menos en la temperatura del concreto expuesto al sol y a la sombra en un día soleado de un mes cálido. Por si fuera poco, también hay una diferencia de 14º C entre la temperatura del pasto y el concreto bajo los rayos del sol tomadas el mismo día y a la misma hora.
Debido a la pérdida del valor que tiene la naturaleza es que se debe replantear en la sociedad el cómo deben ser vistos estos espacios verdes dentro de las ciudades, una propuesta es el mirarlos y usarlos como un bien común y con común no se hace referencia sólo a una cosa física o un conjunto de recursos materiales, también son el conjunto de relaciones sociales de cooperación y colaboración recíproca, que se cultivan cotidianamente al interior de la comunidad organizada. Las áreas verdes son espacios ideales donde se genera una convivencia cara a cara, las personas pueden convivir entre ellos y con la naturaleza, conocerse y pasar momentos agradables fuera de sus viviendas, lo cual los puede llevar a proyectar un sentimiento de orgullo por el lugar que comparten y esto se vuelve visible cuando sabemos de comunidades que ejercen un control sobre ellas para mantenerlas en buenas condiciones.
Con lo último mencionado lo que se quiere decir es que los parques no tienen porque ser todos igualas, para lograr el cambio deseado en la sociedad de cómo los usan y los cuidan es necesario diseñarlos y crearlos con la población para que se involucren en la toma de decisiones y así se promueva un sentimiento de pertenencia.
Concluyendo los espacios verdes de un fraccionamiento deben construirse con la sociedad y pensando en los beneficios ecológicos que estos pueden brindar para crear espacios agradables, seguros y así la población los use, en consecuencia los quieran como la primera lluvia de mayo.