La entrega de la Medalla Rosario Castellanos a Natalio Hernández fue un acto solemne. Sin embargo, la presencia del senador José Manuel Cruz Castellanos, señalado por presuntos actos de corrupción en Salud, generó incomodidad.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
La noche de este jueves 7 de agosto, el Congreso del Estado se vistió de solemnidad para entregar la Medalla Rosario Castellanos al maestro Natalio Hernández Hernández, un referente moral, cultural y lingüístico de los pueblos originarios. Un acto digno, justo, y en apariencia impecable. Presidió la ceremonia el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar, quien ha predicado que los símbolos importan. La medalla no es cualquier cosa: lleva el nombre de la más universal de las chiapanecas y se otorga a quienes —como Natalio Hernández— elevan la palabra al rango de identidad, resistencia y civilización. Pero entre lo solemne y lo simbólico, irrumpió lo grotesco. Apareció en escena José Manuel “Pepe” Cruz, el senador que Chiapas no pidió pero que la cuota tabasqueña impuso. Médico de bata manchada y reputación aún más oscura, Pepe Cruz es —sin exagerar— el residuo más fétido del sexenio de Rutilio Escandón. Fue el arquitecto del saqueo en la Secretaría de Salud, y su jefe al que ya desconoció es aún flamante Cónsul en Miami, como si la diplomacia mexicana no tuviera filtros ni memoria.
Pepe Cruz con su costal de expedientes
Pepe Cruz llegó al recinto Legislativo con el tufo del pasado reciente. Se sentó en primera fila como si no cargara un costal de expedientes, como si no apestara a desfalco. Su presencia fue incómoda, repelente. Nadie lo buscó. Nadie lo saludó. Ni siquiera Sasil de León, a quien la mala fortuna colocó junto a él, logró disimular su desprecio. No hubo charla. El exsecretario de Salud, devenido en senador, intentó con torpeza lo que ya no tiene remedio: lavar su imagen con saludos forzados a la clase política. Fracasó. Chiapas tiene memoria. Y la memoria política —aunque tarde— cobra factura. Mientras el maestro Natalio Hernández hablaba con sabiduría y dignidad sobre la palabra, la identidad y la cultura, el mancha batas seguramente rememora que pudo ser el gobernador por la gracia del grupo Tabasco, relacionado con el crimen organizado. La medalla brilló, pero la sombra de la impunidad cruzó la sala.
De Tarot y adivinanza
¿Será que ya se siente incómodo bajo el reflector? Vale recordar que doña Rosalinda, la hermana de Adán Augusto López, hoy senador bajo la lupa por sus presuntos nexos con el crimen organizado, dejó esta herencia maldita. Ojalá ahora que corren nuevos vientos, se aplique la barredora sin titubeos en el llamado grupo Tabasco y sus compinches chiapanecos, que tanto daño hicieron a la confianza ciudadana … Caído, JJ, Jesús Domínguez, IBM, Noguera, etc… servidos.

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