La Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, con raíces desde 1926, ha sido cuna de figuras relevantes del estado. Hoy, la rectora López Jiménez impulsa el reordenamiento administrativo y busca que la oferta académica honre la historia y dignifique el legado de la UNICACH.
IDENTIDAD POLÍTICA/José Adán Altúzar Figueroa
Ser parte activa de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas implica para cualquier persona chiapaneca asumir la responsabilidad de una institución que ha sido cuna de figuras relevantes en la historia del Estado.
La actual Rectora López Jiménez asume que la honrosa responsabilidad implica trabajar intensamente por el reordenamiento administrativo y garantizar que la oferta académica dignifique el origen e historia de la ahora llamada UNICACH.
Historia
En 1926 funcionó como Escuela Normal Mixta y Preparatoria del Estado. Pero en 1944, por decreto del gobernador Rafael Pascasio Gamboa, se estableció como Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH), el cual reunía a las escuelas secundaria, preparatoria y normal.
En agosto de 1981, el ICACH asumió la función de Instituto de Educación Superior como organismo descentralizado de la Secretaría de Educación Pública del Estado, iniciando sus actividades en febrero de 1982. En septiembre del mismo año, se autorizó la promoción de Ingeniería Topográfica y de las carreras de Odontología, Psicología, Biología y Nutrición. En 1989, por acuerdo del entonces gobernador licenciado Patrocinio González Garrido, la institución consolidó el área de artes con las escuelas de Música, de Danza, Artes Plásticas y Artes Escénicas.
El 31 de enero de 1995 el instituto se transformó en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, de acuerdo con la necesidad de dar una nueva dimensión a los fines y procesos educativos creando el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA) y en 1996 se instalaron la Licenciatura en Música y la Maestría en Psicología Social.
La Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas tiene sus antecedentes en la Escuela Industrial de Chiapas creada en 1893, siendo gobernador del estado el licenciado Emilio Rabasa Estebanell. Este centro se convirtió en el Instituto de Artes y Oficios del Estado en 1897 y, en 1900, en la Escuela Industrial Militar.
A lo largo de su evolución, la institución ha sabido adaptarse a las demandas sociales y académicas, dando forma a una identidad política que trasciende generaciones. Cada cambio y transformación ha respondido tanto a los retos locales como a las aspiraciones universales de la educación superior. Así, la UNICACH se
erige como un símbolo de perseverancia y visión, al integrar disciplinas artísticas, científicas y humanísticas en su estructura.
El compromiso por dignificar el papel de la universidad ha impulsado el desarrollo de programas innovadores y la consolidación de centros de investigación, como el CESMECA, que han ampliado los horizontes del conocimiento en la región. Este proceso, marcado por la colaboración entre personas académicas, administrativas y estudiantiles, ha fortalecido el sentido de pertenencia y ha reafirmado la misión de la universidad como referente estatal y nacional.
La historia de la UNICACH, entrelazada con la de Chiapas, revela el impacto de sus egresadas y egresados en la vida cultural, política y educativa del estado. Su legado no solo reside en las aulas, sino también en la transformación social que promueve a través de la formación integral, la ética y el compromiso comunitario. De este modo, la institución continúa renovándose, afrontando los desafíos del presente con una profunda conciencia de su origen y una apuesta decidida por el futuro.
Ultimátum
La administración actual se distingue por una intensa actividad, donde todas las personas involucradas comparten una sintonía de trabajo constante, lideradas por la figura de ERA acostumbrado, a lo largo de su trayectoria, a la labor fecunda y comprometida. En este contexto, la responsabilidad de gobernar Chiapas se asume plenamente, marcando una diferencia notable con el gobierno anterior, que se limitó únicamente a administrar la inercia.
La falta de responsabilidad del gobierno anterior ha dejado secuelas visibles y persistentes en el tejido social de la entidad. Estos efectos colaterales exigen actualmente acciones decididas y una visión clara para superarlos, evidenciando la importancia de una administración activa y comprometida con las verdaderas necesidades de la sociedad chiapaneca. Por el momento, es cuánto.

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