La supuesta separación de Juan Carlos Suárez del ITAC fue un montaje para encubrirlo tras la denuncia por acoso sexual en su contra. Protegido del alcalde, el funcionario fue “resguardado” en lugar de ser entregado a la justicia.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
Hace un par de semanas advertimos desde este espacio que la supuesta “separación” de Juan Carlos Suárez de la dirección del Instituto Tuxtleco de Arte y Cultura (ITAC) no era más que una burda maniobra del Ayuntamiento capitalino. La sospecha toma auge en el sentido de que el protegido del alcalde —consentido del “Ángel Caído”— fue simplemente resguardado para evitar que la justicia lo alcanzara por una denuncia que lo señala como acosador sexual y que la ley no ha procedido. La historia es repulsiva: el patán Juan Carlos Suárez, aspirante a diputado local bajo el amparo del tabasqueño, se dice que llegó en estado de ebriedad a las oficinas del ITAC y ahí, intentó abusar de una empleada joven y guapa, a quien forcejeó y manoseó sin pudor. La dama con valentía, decidió denunciar el acoso. La reacción del nefasto edil de la misma calaña que Juan Carlos Suárez, no fue la que dicta la ley ni la mínima ética, porque en vez de entregarlo a las autoridades, optó por protegerlo. La sanción evidentemente es un teatro al separarlo temporalmente del cargo, como quien manda a “descansar” a su adulador y operador incómodo mientras bajan las aguas.
El forcejeo y toqueteo a una joven y guapa dama
¿Por qué tanto cuidado para Juan Carlos Suárez? Simplemente porque es su “consentido”, y en su miopía política y gubernamental lo admira como una plataforma política. En sus alrededores se mueve más política que arte, más intriga que cultura. El acosador “consentido” es pieza clave del andamiaje electoral del alcalde, que todavía sueña con la reelección. Mientras tanto, la ley queda doblada, archivada, pisoteada para salvarle la carrera a un tipejo que no debería estar en un cargo público ni un minuto más. Quién?: ambos. Lo más escandaloso es que, pese a la denuncia, Juan Carlos Suárez sigue operando. Se habla de un “búnker” desde donde instruye al rutilistas ex síndico de Emiliano Zapata, actual director administrativo, César Ulises Sánchez los movimientos financieros y políticos de la dependencia, al igual que al secretario técnico Gerardo Hernández Arcos, Secretario Técnico del ITAC. Es su operador político de poca monta, de lenguaje y conducta vulgar y sexista, pero que resulta brazo derecho del tenor y encargado de explotar a los trabajadores para cubrir la falsa imagen de su jefe. Acostumbra que sus subordinados le festejen una semana su cumpleaños. Para nadie es un secreto que controla las marimbas y los recursos con fines poltiqueros.
Sigue operando con César Ulises y Gerardo
Esto nos deja en claro que está separado de palabra, pero en los hechos sigue mandando. A esa oficina clandestina llegan para cocinar la estrategia electoral del caído tabasqueño. Para cubrir las apariencias, colocaron a Angélica Abarca como encargada de la dirección. Ella antes fungía como directora de la Casa de la Cultura, y hoy la reducen a un “parapeto” que presta la cara mientras Suárez sigue al mando en las sombras. Una maniobra burda que insulta la inteligencia de la ciudadanía. El fondo es grave porque el Ayuntamiento capitalino no solo tolera, sino protege a un presunto acosador porque lo necesita en la estructura electoral. Este escándalo no habla solo de Suárez, sino de la podredumbre de un sistema político dispuesto a pasar por encima de las víctimas para salvar los intereses de un proyecto personalista y fracasado.
Tarot y Adivinanza
¿Será cierto que, cuando aún fungía como director, el nefasto Suárez escamoteó también el dinero destinado a los marimbistas del ITAC? Qué tipejo … servidos.
