Banxico estima crecimiento mínimo en 2025; agro enfrenta presiones globales.
Lucía Trejo/Ultimátum
Aunque México mantiene una estabilidad macroeconómica con inflación controlada, la confianza empresarial sigue limitada por la incertidumbre regulatoria y política. De acuerdo con estimaciones de Banxico, las expectativas para 2025 anticipan un crecimiento de apenas 0.4% y una inflación de 3.97%, marcando un año de bajo dinamismo.
El Paquete Económico 2026 proyecta una ligera recuperación, con un crecimiento de entre 1.8% y 2.8% y una inflación del 3.0%. Sin embargo, persisten riesgos estructurales y presiones externas que condicionan la inversión, advirtió César Rafael Ocaña Romo, director de NexusAgronegocios.
El especialista señaló que el entorno político seguirá siendo incierto, con posibles amagos arancelarios y disputas sectoriales que afectan especialmente al agro. “El agro mexicano compite; cada ciclo exportador y cada cadena que cumple auditorías lo demuestra. El reto es profundizar esa normalidad competitiva”, expresó.
Ocaña apuntó que la nueva geopolítica premia la confiabilidad. Para México, eso significa integrar su agro a Norteamérica con valor agregado, productividad hídrica, sanidad impecable y logística eficiente. “El país puede dejar de narrarse como riesgo y consolidarse como proveedor necesario y confiable”, afirmó.
Según cifras del INEGI, el PIB de 2024 alcanzó los 35.3 billones de pesos. El sector primario aportó 4.4%, el secundario 33.3% y el terciario 62.3%. El PIB agroalimentario representó 14.3% del total, equivalente a 5 billones de pesos, más del 50% del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2025.
No obstante, advirtió que el presupuesto tiene márgenes reducidos: de los 9.1 billones del PEF 2025, el 70% está comprometido en gasto corriente, participaciones y pensiones, dejando solo un 25% para infraestructura, innovación y estímulos productivos.
Para 2026, el gasto neto crecerá a 10.19 billones (+12%), pero los contrastes persisten: Energía casi duplicará su presupuesto, mientras Agricultura y Desarrollo Rural crecerá apenas 0.9% y CONAGUA sufrirá un recorte de -1.16%.
La concentración económica agrava la brecha regional: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco y Nuevo León generan el 40% del PIB nacional, mientras 28 estados enfrentan menores niveles de inversión e infraestructura. En este escenario, las regiones agroexportadoras funcionan como “islas de competitividad” que deben fortalecerse.
El agro mexicano también enfrenta fricciones globales: aranceles al tomate y hortalizas, cierres sanitarios al ganado, suspensión temporal de exportaciones de aguacate y disputas por el maíz transgénico y el glifosato.
“El comercio ya no gira en torno a eficiencia, sino a seguridad, energía, alimentos y tecnología. Este giro revela puntos de presión entre México y Estados Unidos”, puntualizó Ocaña.
El T-MEC impone reglas exigentes en materia laboral, ambiental, sanitaria y automotriz. La política comercial estadounidense seguirá enfocada en reducir su déficit, pero las cadenas que cumplen estándares y anticipan riesgos permanecerán vigentes. “Hoy, la consistencia define la permanencia”, sostuvo.
No obstante, las reformas judicial y electoral propuestas en México elevan la percepción de riesgo. Las dudas sobre la independencia judicial y la incertidumbre postelectoral empujan a sectores productivos a diversificar sus inversiones fuera del país, advirtió.
Finalmente, Ocaña subrayó que el agua es la variable más crítica para el agro. Las sequías han afectado granos, frutas, hortalizas y ganado. El estrés hídrico aumenta año con año, sin que exista una política integral para el campo comercial. “La conclusión es clara: sin agua, no hay agro ni mercado posible”, concluyó.
