Monseñor González señaló pérdida de valores familiares como causa del fenómeno.
Alfredo Pacheco/Ultimátum
Ante el incremento de feminicidios en Chiapas con niveles de violencia cada vez más extremos, la Iglesia católica llamó a reconstruir el tejido social desde la familia, al advertir que la deshumanización de la sociedad tiene su origen en la pérdida de valores fundamentales en el hogar.
El arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, José Francisco González González, lamentó que los crímenes contra mujeres se cometieran con una brutalidad creciente, como en los casos recientes de víctimas quemadas o desmembradas. Consideró que este fenómeno reflejó a una sociedad que ha perdido su capacidad de amar y de reconocer la dignidad humana.
“El Papa Juan Pablo II en un documento de 1981 decía que el futuro de la humanidad se juega en la familia. Hemos visto con tristeza cómo la sociedad tanto en lo legal, lo mediático y lo social ha ido perdiendo el amor al hogar, se ha ido golpeando la institución básica del ser humano”, expuso.
El prelado señaló que factores como las dinámicas laborales, el ritmo acelerado de vida, el individualismo y las relaciones efímeras han debilitado a la familia estable, lo que derivó en que muchas personas crecieran sin vínculos afectivos sólidos ni referentes de empatía.
“Cuando papá y mamá están ausentes por motivos económicos o personales, los hijos quedan solos y sin el amor necesario para formar un corazón humano. Esa ausencia puede traducirse en conductas violentas, como ya se ha visto en otros países”, afirmó.
Asimismo, cuestionó el papel del Estado y de la sociedad en la promoción de leyes y discursos que, a su juicio, debilitan la institución familiar. Mencionó que normativas relacionadas con el aborto o la eutanasia, aunque legales, “terminan por destruir el tejido del corazón humano, que está hecho para amar y no para la violencia”.
El arzobispo exhortó a las autoridades a diseñar políticas públicas con perspectiva familiar, que faciliten a las parejas construir proyectos de vida estables con acceso a vivienda, empleo, educación y condiciones dignas para la crianza de sus hijos.
“Si formamos familias unidas y sólidas, habrá corazones estables y pacíficos. Si atentamos contra la familia, seguiremos alimentando la violencia. La solución no está solo en las leyes, sino en el fortalecimiento del hogar”, concluyó.
