El oportunismo en la tragedia
Emiliano Villatoro Alcázar/Ultimátum
En medio de la devastación y el lodo dejados por las intensas lluvias en estados como Hidalgo, Puebla o Veracruz, donde ríos desbordados y deslaves han cobrado un precio doloroso en viviendas, infraestructura y vidas, surge otra fuerza tan dañina como las aguas torrenciales: la campaña de desprestigio y desinformación orquestada por la oposición.
Mientras el gobierno federal despliega con celeridad un operativo de auxilio, políticos aglutinados en el PAN y el PRI han optado por montarse en la desgracia ajena. Su estrategia no es nueva, pero no por ello menos repudiable. Han encontrado en el dolor de las familias afectadas un escenario propicio para intentar socavar la figura de la presidenta Claudia Sheinbaum.
El eje de su narrativa es una mentira tan grande como repetida: la falsa afirmación de que «no existen recursos económicos» para atender estas emergencias. Insisten, con un discurso grabado en un pasado que se niegan a superar, que la desaparición del FONDEN bajo el expresidente Andrés Manuel López Obrador dejó a la población en total desamparo.
Esta aseveración no solo es incorrecta, sino que es cínicamente oportunista. Omite deliberadamente que el FONDEN fue sustituido por un mecanismo más ágil y directo de atención. Pero, sobre todo, ignora por completo la respuesta inmediata y robusta del gobierno de Mexico, que hoy se materializa en la coordinación institucional más completa: la activación del Plan DN-III-E por parte de la Secretaría de la Defensa Nacional y del Plan Marina por parte de la Secretaría de Marina para labores de rescate y logística; el liderazgo técnico de la Coordinación Nacional de Protección Civil en la evaluación de riesgos y la gestión de la emergencia, además, la presencia de elementos de la Guardia Nacional y de Servidores de la Nación de la Secretaría del Bienestar que realizan acciones de ayuda a la población.
Mientras la oposición habla de abandono, los efectivos del Ejército, Marina, Guardia Nacional y personal especializado realizan evacuaciones en helicóptero, rescatan a personas atrapadas, establecen albergues y restablecen líneas vitales en comunidades convertidas en islas. Esa es la realidad innegable en el terreno. La presencia activa y admirable de las brigadas de Bienestar, respaldada por el dispositivo de seguridad y protección civil, es la prueba tangible, la respuesta contundente a quienes prefieren ver el país arder con tal de ganar unos puntos en las encuestas.
La tragedia debería ser un momento de unidad nacional, de dejar a un lado los colores partidistas y sumar esfuerzos. En lugar de eso, nos enfrentamos a una oposición que parece haber agotado su repertorio de ideas y solo ofrece ruido, mentiras y obstrucción. Su objetivo no es fiscalizar, sino desestabilizar; no es ayudar, sino hundir.
Mientras soldados, marinos, elementos de la Guardia Nacional, personal de Protección Civil y Servidores de la Nación arriesgan sus vidas en los ríos crecidos y los caminos destruidos, otras manos, limpias y desde cómodos despachos, teclean mentiras intoxicando el espacio público. A los damnificados de Hidalgo, Puebla, Veracruz y otros estados, lo que menos les importa en este momento es la mezquina guerra política. Necesitan ayuda, consuelo y la seguridad de que su gobierno y sus instituciones no los abandonarán.
El despliegue inmediato del gobierno federal, con todas las instituciones coordinadas, demuestra un compromiso con los hechos. Frente a la solidaridad activa de los helicópteros, las lanchas de rescate y los albergues, la oposición solo ofrece el eco vacío de sus viejas mentiras. La ciudadanía, testigo de esta dualidad, sabe distinguir entre quien extiende una mano desde el territorio y quien señala con el dedo desde una oficina.

