Ahí están, con la sonrisa cínica del que creen haber burlado al sistema, Javier Jiménez Jiménez, ex secretario de Hacienda, y Uriel Estrada Martínez, ex titular de la Auditoría Superior del Estado.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
La Auditoría Superior de la Federación ha venido a desnudar lo que siempre estuvo a la vista respecto al saqueo sistemático de los recursos públicos, las transferencias irregulares, los pagos indebidos y una administración que no distinguió entre presupuesto y botín. Se trata sí, del gobierno del aún Cónsul General de México en Miami, Rutilio Escandón Cadenas. Pero lo más descarado, además del tamaño del quebranto, es como quienes fueron omisos o cómplices hoy presumen fuero legislativo para blindarse de la justicia. Ahí están, con la sonrisa cínica del que creen haber burlado al sistema, Javier Jiménez Jiménez, ex secretario de Hacienda, y Uriel Estrada Martínez, ex titular de la Auditoría Superior del Estado. Ambos hoy diputados locales, ambos con un historial que debió haberlos llevado a rendir cuentas, no a levantar la mano en el Congreso. Ambos se “compraron” un curul en el Congreso, por la urgencia de protegerse con el fuero ante posibles procesos penales.
“COMPRARON” CURULES PARA PROTEGERSE
La ASF no deja lugar a dudas porque ha señalado observaciones que apuntan a pagos de nómina sin justificación, transferencias injustificadas a honorarios, recursos de inversión desviados y ejercicios presupuestales que se manejaron con el desdén y reto a la ley de rendición de cuentas. Y aunque los nombres no aparecen directamente en los documentos públicos, hay responsabilidades que por omisión o complicidad caen directamente en quienes tenían el control del gasto. Javier Jiménez, como titular de la Secretaría de Hacienda, no solo manejaba el presupuesto estatal, lo controlaba. Nada se transfería sin su visto bueno, ningún proyecto caminaba sin su firma. Su función operativa al asignar, autorizar, distribuir. ¿Y qué hizo cuando se presentaban solicitudes infladas, facturas simuladas, contratos sin soporte? Nada. Esa “nada” se llama omisión, y en el servicio público, la omisión también es corrupción. Por su parte, Uriel Estrada, el Auditor Superior del Estado en los recursos estatales, su función era prevenir, detectar, denunciar. Pero el silencio fue su respuesta, la omisión su complicidad. ¿De qué sirvió su oficina, sus revisiones, sus auditorías internas, si nunca se alzó la voz ante los desfalcos que ahora sí ve la ASF?
DE TAROT Y ADIVINANZA
Chiapas es visto donde el castigo nunca alcanza a los que roban. Ahí están con los bolsillos llenos y las manos sucias, los cómplices de Rutilio que hoy desfilan como “honorables” diputados … Servidos.

