La secretaria Malena Torres Abarca y su equipo detallan avances en conservación, manejo de fauna y gestión sustentable.
Carlos Trujillo/Ultimátum
Desde la ladera verde que abraza al Zoológico Miguel Álvarez del Toro (ZooMAT), en Tuxtla Gutiérrez, la narrativa institucional se apoya en un mensaje puntual: el parque está vivo, cuidado y en transformación. La secretaria del Medio Ambiente e Historia Natural, Obdulia Magdalena Torres Abarca, recibió a Ultimátum junto al subsecretario de Medio Ambiente y Cambio Climático, Jorge Constantino Kánter, y al director operativo del ZooMAT, Carlos Alberto Guichard Romero, para exponer, con números, ejemplos y metas, el estado que guarda el recinto y la política ambiental del gobierno estatal.
Torres Abarca ubicó el punto de inflexión en la reapertura pospandemia y el reforzamiento de la seguridad en las carreteras: “La gente volvió en familia; regresó la confianza para moverse por Chiapas. A eso se suma el Martes Ciudadano, que ofrece entrada gratuita para las y los chiapanecos. Ha sido una palanca efectiva para democratizar el acceso”, dijo. El recorrido al interior del parque, añadió, abarca 35 de las 111 hectáreas del polígono, con una vocación clara: educación ambiental, conservación e interpretación de la fauna local.
El biólogo Carlos Guichard colocó la pieza central del relato: “El ZooMAT es único en Latinoamérica por trabajar exclusivamente con fauna de Chiapas. Aquí no hay jirafas ni elefantes: hay jaguares, tapires, cocodrilos, loros, tortugas, águilas, venados; especies de esta región que requieren manejo técnico, medicina de fauna silvestre y protocolos de bienestar animal”. Detalló que, de un universo cercano a mil 400 ejemplares, más de 700 ingresaron vía rescate o decomiso: “Muchos llegan con secuelas de maltrato, desnutrición o manejo inadecuado. A veces, pese al tratamiento, no pueden recuperarse”.
Frente a las campañas de crítica por muertes de ejemplares, Guichard ofreció un ejemplo reciente: el jaguar que, a los pocos días de su ingreso, comenzó con vómitos y alteraciones de conducta. “Los estudios detectaron un daño renal avanzado, probablemente previo a su llegada; aplicamos manejo médico, tratamientos de soporte y hasta un protocolo con células madre. Informamos a PROFEPA desde el primer minuto y documentamos cada paso. No siempre se gana la batalla, pero hay trazabilidad clínica y administrativa”, explicó. Enfatizó que la operación cotidiana —nutrición, enriquecimiento ambiental, medicina preventiva, registros de peso y conducta, anestesia segura cuando se requiere— se ajusta a estándares profesionales y se audita internamente.
Torres Abarca apuntaló: “Hay personal con 30 años de experiencia, médicos veterinarios y biólogos que han sostenido el parque en periodos complejos. También se sanciona a quien no está a la altura de las responsabilidades. No hay cabida para el maltrato”. Al mismo tiempo, anticipó mejoras en exhibiciones por instrucción del Gobierno del Estado: “El visitante verá cambios significativos en el corto plazo. Queremos un ZooMAT más didáctico, más inmersivo y con mensajes de conservación claros”.
En paralelo al cuidado de la fauna bajo resguardo, la política pública mira el territorio. Jorge Constantino presentó el balance del programa de microcuencas, un entramado de obras y prácticas de conservación georreferenciadas que van desde presas filtrantes y terrazas en curvas a nivel, hasta cercas vivas, reforestación con especies nativas y estufas ahorradoras. “Son resultados tangibles y auditables —dijo—. En 33 municipios hay obra física; en algunos casos ya estamos al 100% del ejercicio y cerrando con entrega de beneficios a las familias”. Como demostración, citó el caso de Tilsapote, donde una antigua cortina asolvada de los años 80 fue rehabilitada: “Pasamos de una captación de unos 200 mil litros de agua a cerca de 1.2 millones de litros. Arriba, otra cortina menor suma 200 mil litros más. Y en la parte alta de la cuenca se combinan presas filtrantes y reforestación en esquemas silvopastoriles”.
El subsecretario hiló estos resultados con el plan 2026: “El gobernador anunció que se triplicará el recurso estatal, de 100 a 300 millones de pesos, y estamos gestionando concurrencia con federación y organismos no gubernamentales. Es un programa escalable; hay municipios muy adelantados, como Jiquipilas y Cintalapa (Corazón del Valle, Niños Héroes), y otros con retos que vamos corrigiendo”. Agregó una línea productiva: el impulso a la resina de pino en la Frailesca —Villaflores, Villacorzo, La Concordia y alrededores— con miras a instalar una planta de transformación que agregue valor al bosque y aumente los ingresos de las familias resinera. “Vamos a la COP30 con propuestas medibles; la intención es traer cooperación y buenas prácticas”, sostuvo.
Torres Abarca enlazó esta visión con dos frentes sensibles: incendios y residuos. “Chiapas pasó de ocupar el primer lugar nacional en incendios a ubicarse en el 13º, gracias a brechas cortafuego, coordinación con Protección Civil y trabajo con comunidades”, dijo. En materia de basura, anunció un giro: “Impulsamos rellenos sanitarios intermunicipales en zonas como Tuxtla, Tapachula y Comitán. La Procuraduría Ambiental está lista para sancionar a ayuntamientos que mantengan basureros a cielo abierto. No es opcional; es salud pública y cumplimiento legal”. Para incentivar el cambio, lanzó la convocatoria “Chiapas Limpio”, con premios de 3, 2 y 1 millón de pesos para los mejores proyectos municipales de saneamiento: “Los rellenos no se ‘ven’ como una calle pavimentada, pero se sienten en la reducción de enfermedades, en el ordenamiento del territorio y en la dignidad de las ciudades”.
El relato se completa con el componente social: la educación ambiental. “Estamos nombrando ‘guardianes ambientales’ en escuelas: niñas, niños y jóvenes que adoptan un árbol, aprenden por qué debe ser nativo, cómo se riega, cómo se protege —explicó la secretaria—. Son nuestros mejores aliados; nos lo recuerdan cada vez que visitamos municipios como Villaflores o Carranza. En el aeropuerto, en las entradas de los pueblos, estamos embelleciendo y reforestando con nativas, no con ornamentales de moda”.
Sobre el ZooMAT, Guichard reforzó la puerta abierta: “El parque funciona de martes a domingo, de 9:00 a 16:00. Los martes la entrada es gratuita para chiapanecos; el resto de la semana, la cuota general es de 35 pesos, con descuentos a niñas y niños, maestros y otros sectores. Nadie se queda sin entrar: si alguien no puede pagar, se evalúa el acceso. La idea es que este centro sirva a la sociedad”. Además, invitó a vivir la experiencia: “Se puede traer comida en recipientes reutilizables; pedimos evitar desechables. Hay áreas para día de campo, señalética y personal que orienta”.

