“Es el griete que arrastran los fracasados. No basta ser inferior que los demás, pues todo hombre lo es de alguien en algún sentido, es necesario sufrir el bien ajeno, de la dicha ajena. En ese sufrimiento está el núcleo moral de la envidia, muerde el corazón como un ácido, lo carcome como una polilla”. José Ingenieros
José Antonio MolinaFarro/Ultimátum
Diálogos entre Maquiavelo y César Borgia, duque Valentino, el hombre en el que Maquiavelo se inspiró para el modelo de gobernante que describió en El príncipe. Maquiavelo dixit: “En una república el talento resulta siempre sospechoso y los mejores puestos se dan a aquéllos cuya insignificancia y pequeñez no pueden representar un peligro para los demás. ¿Sabes cuál es el cáncer de la democracia? Es la envidia y es el miedo, esos que sienten los pequeños burócratas y oficinistas hacia cualquiera de sus iguales, y antes de permitir que uno de ellos alcance reputación serían capaces de impedir que se tomara una decisión de la cual dependiera la prosperidad y hasta la salvación de un Estado. Dice el refrán que el perro no come carne de perro, quien inventó tal dicho no vivía en un régimen democrático”.
Debemos reconocer a los narcisistas tóxicos entre nosotros, a fin de no vernos enredados en sus dramas y contaminados por su envidia. De todas las emociones humanas ninguna es más engañosa y elusiva que la envidia.
En la antigüedad quienes sentían mucha envidia podían desahogarse por medio de la violencia y arrebataban a, lo que otro tenía, incluso lo asesinaban. Hoy en cambio, la gente es mucho más política e indirecta, capaz de controlar todo impulso agresivo evidente y encubrir sus sentimientos. En lugar de ser violentos los envidiosos sabotean nuestro trabajo, arruinan una relación, ensucian nuestra reputación, nos atormentan con críticas dirigidas a nuestras inseguridades más elementales. Esto les permite mantener su posición social o política, al mismo tiempo que causan daño, sin que sus blancos sospechen siquiera que la envidia es su motivación. Los envidiosos te elogiarán por el dinero que vas a recibir, lo que da a entender que eso es lo que perseguías. Tu querrías que elogiaran tu trabajo y esfuerzo que supuso, y en cambio ellos insinúan que lo hiciste por dinero, que te vendiste.
Tipos tóxicos. A lo largo de la historia aparecen recurrentemente tipos cuyo trato es pernicioso, manipuladores detectables pero más complejos. Te atraerá con su presencia y muchas historias que contar. Posee rasgos animados y es ingenioso. Su compañía es agradable hasta que el drama lo vuelve gravoso. La única forma de recibir amor y atención era meter a sus padres en problemas. Esto se volvió un hábito, un modo de sentirse vivo y deseado. Vive en la confrontación abierta o velada, pero se las ingenia para colocarse como víctima. Su principal necesidad es atrapar a sus oponentes por cualquier medio. Este sujeto es ambivalente. Por un lado teme el esfuerzo y la responsabilidad, asociados con traducir sus ideas en acciones, por el otro ansía atención y poder. Hay una batalla interior, pero la parte ansiosa siempre gana, y él resbala en el último momento. Al final culpa a los demás o busca a un incauto que de vida a sus ideas vagas y que asuma la culpa si akgo sale mal. Solo con el paso del tiempo se advierte la toxicidad detrás de este aspecto, con frecuencia cuando ya es demasiado tarde. Habrá que distinguir rápido las señales y alejarse. Según Freud la única vía de que dispone algo incómodo o desagradable en el inconsciente para llegar a la conciencia, es la negación rotunda. Expresamos lo contrario de lo que escondemos dentro.
Hay una difusa envidia entre grandes grupos que podría convertirse en una fuerza política, caldo de cultivo para demagogos. La envidia subyacente une, pero también la envidia pública puede volverse pronto contra figuras públicas cuando desciende su aprobación social por inacción, ineptitud, colusión con fuerzas oscuras del presente y del pasado, por negligencia o colusión con fuerzas oscuras del presente y del pasado. Las habladurías contra los poderosos se convierten en industria, lo que no supone falta de veracidad en la indignación o protesta, no solo en función de la envidia.
Por ello es valioso cultivar momentos en la vida en los que sentimos inmensa satisfacción y felicidad sin que tengan algo que ver con nuestros éxitos y logros. Cuando nos encontramos con un paisaje o algo hermoso en las montañas, en el mar, un bosque, una catedral, un museo, una biblioteca. Un viejo y leal amigo. También cuando contemplamos y reflexionamos sobre la inmensidad del universo, la excepcional serie de circunstancias para que hubiera vida en este planeta, para que naciéramos, los vastos confines del tiempo, del tiempo atrás y después de nosotros. Esos momentos son sublimes, terapéuticos, muy lejos de la ponzoña y mezquindad de la envidia.
Esquilo. Porque no muchos hombres…pueden amar sin envidiar a un amigo cuya suerte prospera; el frío veneno de la mente envidiosa se instaura y duplica el dolor que la vida le asesta. Ha de cuidar de sus propias heridas, sentirá maldición en la dicha del otro.
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