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Home Opiniones COLABORACION INVITADA

“La presencia de las mujeres en el café en Chiapas”

26 de noviembre de 2025
in COLABORACION INVITADA
Históricamente, la participación femenina en el café ha sido profunda, pero silenciosa. Ellas sembraron la semilla, abonaron la tierra, seleccionaron la cereza, cuidaron la calidad del grano y sostuvieron los hogares mientras la producción avanzaba. 

Históricamente, la participación femenina en el café ha sido profunda, pero silenciosa. Ellas sembraron la semilla, abonaron la tierra, seleccionaron la cereza, cuidaron la calidad del grano y sostuvieron los hogares mientras la producción avanzaba. 

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Históricamente, la participación femenina en el café ha sido profunda, pero silenciosa. Ellas sembraron la semilla, abonaron la tierra, seleccionaron la cereza, cuidaron la calidad del grano y sostuvieron los hogares mientras la producción avanzaba. 

COLABORACIÓN INVITADA/Enriqueta Burelo

Hoy, las y los invito a reflexionar sobre un tema fundamental para el presente y el futuro del sector cafetalero: el papel de las mujeres en la cadena del café en Chiapas.
Chiapas es una tierra de café. Sus montañas, su biodiversidad y sus culturas han dado origen a uno de los granos más reconocidos de México y del mundo. Pero detrás de cada planta, de cada cosecha y de cada taza, existe una presencia constante que durante mucho tiempo fue invisible: las mujeres.
Históricamente, la participación femenina en el café ha sido profunda, pero silenciosa. Ellas sembraron la semilla, abonaron la tierra, seleccionaron la cereza, cuidaron la calidad del grano y sostuvieron los hogares mientras la producción avanzaba. Sin embargo, ese trabajo no siempre se vio reflejado en los padrones de beneficiarios, en los mercados, ni en los espacios de toma de decisión. En México, alrededor de 61 mil mujeres se dedican al cultivo del café, y en Chiapas, el 31% y de ellas el 17% son productoras. La edad de las cafeticultora gira en torno de los 46 y 56 años.
Hoy, afortunadamente, esa realidad está cambiando. La presencia de las mujeres ya no es solo apoyo: es liderazgo, innovación y transformación.
Primero, las mujeres están dirigiendo cooperativas, asociaciones y grupos de productoras que exportan café de especialidad. Sus microlotes han sido premiados y reconocidos en concursos nacionales e internacionales, demostrando que la calidad del café chiapaneco también tiene rostro femenino.
Segundo, han avanzado hacia los eslabones de mayor valor agregado. No solo cultivan: también tuestan, diseñan marcas, emprenden cafeterías y participan activamente en ferias y ruedas de negocio. Esto representa un cambio histórico: por primera vez, muchas mujeres están accediendo al valor económico final que genera su propio trabajo.
Tercero, la formación y la profesionalización han sido claves. A través de talleres, certificados y programas técnicos, miles de mujeres se han capacitado en catación, barismo, prácticas agroecológicas, administración y comercialización. Esa preparación les ha permitido aumentar la calidad de sus cafés y ganar autonomía económica.
Cuarto, las certificaciones —como Café de Mujeres, Comercio Justo u Orgánico— han abierto nuevas oportunidades. Estas distinciones no solo garantizan mejores precios, sino que también visibilizan el compromiso, la perseverancia y la excelencia del trabajo femenino en la montaña.
La participación de las mujeres también tiene un profundo impacto comunitario. Cuando una mujer se fortalece, se fortalece su familia, su organización y su comunidad. Los ingresos se reinvierten en educación, salud, alimentación y vivienda. Las niñas encuentran modelos a seguir. Y las comunidades se vuelven más resilientes frente a retos como el cambio climático o la migración.
Por eso, hablar de la presencia de las mujeres en el café no es únicamente un reconocimiento; es una agenda de desarrollo, una apuesta por la equidad y un camino hacia un sector cafetalero más justo, competitivo y sostenible.
Sin embargo, persisten desafíos: el acceso desigual a la tierra, la falta de financiamiento, la doble carga doméstica, la brecha tecnológica, la violencia en algunas regiones, y la limitada participación en los espacios donde se toman decisiones. Superar estos obstáculos requiere voluntad institucional, inversión pública y privada, y, sobre todo, una comunidad cafetalera que continúe reconociendo y valorando la voz de sus mujeres.
Concluiré con una convicción clara: el café de Chiapas tiene futuro porque las mujeres están en él. Su trabajo no solo sostiene la cadena productiva, sino que la reinventa, la humaniza y la orienta hacia un horizonte más inclusivo.
Sigamos construyendo un sector cafetalero donde cada mujer tenga acceso a la tierra, al crédito, a la capacitación, a los mercados y, sobre todo, al reconocimiento pleno de su trabajo.
Porque cuando las mujeres tienen oportunidades, el café florece, la comunidad prospera y Chiapas se fortalece.
enriquetaburelomelgar@gmail.com

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