Este logro va más allá de solo innovar, se trata de un acto de justicia educativa y cultural, ya que Aprendía nos recuerda que el conocimiento es más útil cuando se convierte en un puente entre realidades distintas.
MÁS ALLÁ DEL DISCURSO/Carlos Serrano
Existen momentos en la vida pública que trascienden la agenda del día y revelan algo más profundo, la capacidad de una sociedad para reinventarse y mirar hacia quienes, durante décadas, han permanecido fuera de la conversación. Eso ocurrió recientemente con un grupo de jóvenes y docentes de la Universidad Politécnica de Chiapas (UP Chiapas) desarrolló una herramienta inteligente llamada Aprendía, diseñada para facilitar la enseñanza del español escrito a personas sordas.
Este logro va más allá de solo innovar, se trata de un acto de justicia educativa y cultural, ya que Aprendía nos recuerda que el conocimiento es más útil cuando se convierte en un puente entre realidades distintas.
Su incorporación al programa Chiapas Puede, impulsado por el gobernador Eduardo Ramírez, representa más que una acción gubernamental, es un mensaje contundente de que la educación inclusiva no puede seguir siendo una aspiración, sino una política pública tangible, con impactos inmediatos, porque si una sociedad se mide por su capacidad de incorporar a todas y todos en su desarrollo, entonces esta apuesta nos dice que en nuestro estado estamos dispuestos a dar el salto hacia una mejor condición de vida.
Por ello, en el marco del Día Nacional de las Personas Sordas, el gobernador no se quedó en la retórica, sino que asumió el compromiso de llevar docentes bilingües a los municipios con mayor rezago, integrar centros de atención psicológica y cultural e impulsar la alfabetización y enseñanza bilingüe de la Lengua de Señas Mexicana en planteles educativos de los municipios más necesitados.
Detrás de esta iniciativa hay una verdad que vale la pena subrayar, que la innovación social no nace exclusivamente en las grandes capitales ni en instituciones con presupuestos millonarios, nace en las universidades públicas, donde jóvenes y académicos deciden que su talento no será una promesa, sino una herramienta de cambio. Por ello, la rectora Indra Toledo Coutiño dijo con claridad que alfabetizar a las personas sordas es transformar vidas, fortalece el tejido social y democratiza el conocimiento.
También lo expresó el secretario de Educación, Roger Mandujano, quien señaló que después de más de 30 años sin materiales educativos específicos para esta comunidad, surgen contenidos que permiten aprender español como segunda lengua. Indudablemente se trata de un hecho histórico y un reconocimiento necesario a los derechos de una población que por décadas aprendió a resolver la vida con lo que pudo, no con lo que merecía.
La innovación educativa requiere compromiso institucional, sí, pero también visión. En ese sentido, el llamado del especialista Boris Fridman Mintz apunta al centro del desafío, que la educación bilingüe —para pueblos originarios y para la comunidad sorda— deje de ser una excepción en la educación básica y se convierta en una norma que facilite que niñas y niños tsotsiles, tseltales y sordos compartan un mismo espacio escolar, reconociendo sus lenguas y su dignidad.
Por eso Aprendía es más que una aplicación, es un símbolo de lo que puede ocurrir cuando la educación y la tecnología se orientan hacia un propósito profundamente humano. Es el recordatorio de que las universidades públicas siguen siendo semilleros de soluciones reales, capaces de responder a desafíos complejos con creatividad, conocimiento y sensibilidad social.
Mención especial merecen las y los jóvenes de la UP Chiapas, porque no solo tienen la capacidad de imaginar otro futuro, sino que están diseñándolo. Chiapas, desde este esfuerzo, demuestra que el desarrollo se construye cuando las autoridades, la academia y la comunidad caminan juntos, y que la inclusión ya no debe ser un discurso, sino un compromiso tangible. Quizá este sea el mayor aprendizaje, que transformar la vida de una sola persona puede ser el primer paso para transformar la de un pueblo entero.

