Lo que sí ocurrió y es importante contarlo con precisión, fue una persecución policial que derivó en un tiroteo, tras detectar a dos motociclistas presuntos autores de la violencia, que al sentirse seguidos por las fuerzas de seguridad, se dieron a la fuga rumbo a las montañas.
TAROT POLÍTICO/Amet Samayoa Arce
La noche del domingo pasado, una serie de versiones imprecisas, descontextualizadas y francamente temerarias corrieron como pólvora por las redes sociales y cadenas de mensajería. Según esos relatos, los ejidos Nuevo México y Cristóbal Obregón habían sido escenario de un peligroso enfrentamiento entre grupos del crimen organizado. Las palabras “cárteles”, “colgados”, y “tiroteos” se repitieron con irresponsabilidad y sin una sola prueba real. Pero la verdad -que a veces tarda en salir entre tanta basura digital-, es otra. No hubo enfrentamiento entre cárteles, ni cuerpos colgados en puentes, ni retenes criminales tomando el control de carreteras. No hubo lo que se quiso hacer parecer como una batalla campal del narco. Lo que sí ocurrió y es importante contarlo con precisión, fue una persecución policial que derivó en un tiroteo, tras detectar a dos motociclistas presuntos autores de la violencia, que al sentirse seguidos por las fuerzas de seguridad, se dieron a la fuga rumbo a las montañas. Los sospechosos detuvieron a tres vehículos al azar -un camión de carga y dos unidades particulares-, bajaron a sus ocupantes y les prendieron fuego y un cuarto vehículo fue abandonado en la zona. El acto fue violento y alertó q la ciudadanía, por supuesto, pero ni remotamente se trató del tipo de enfrentamiento que algunas versiones irresponsables comenzaron a propalar, generando miedo, incertidumbre e incluso parálisis en comunidades cercanas.
En media hora se retomó el control
Gracias a la denuncia ciudadana, y en un margen de menos de media hora, se desplegó un operativo coordinado por la Fiscalía General del Estado, encabezada por el Maestro Jorge Luis Llaven Abarca, en conjunto con fuerzas estatales y federales. La acción fue inmediata y se retomó el control de la zona, se contuvo el avance de rumores y se iniciaron las investigaciones correspondientes. Este operativo incluyó un rastreo hacia la zona montañosa con dirección a Jiquipilas, vía Cristóbal Obregón, donde se encontró una motocicleta abandonada y equipo táctico presuntamente perteneciente a los agresores. Todo apunta a que se trató de una maniobra aislada, quizá con fines de desestabilización o como parte de una disputa por el narcomenudeo, pero no de una confrontación entre organizaciones criminales como muchos afirmaron con ligereza y sin pruebas. Es fundamental subrayar que no hubo cuerpos colgados, ni hubo retenes armados, ni mucho menos una “zona de guerra” en Villaflores. Eso que circuló fue pánico infundado, amplificado por redes sociales y multiplicado por la ansiedad colectiva que suele generarse en contextos de inseguridad. Pero también hay que decir que ese pánico no es casual. Tiene fines y busca para sembrar miedo para paralizar la denuncia ciudadana, para hacerle creer a la gente que nada se puede hacer ante la delincuencia. Por eso resulta clave que tanto las autoridades como los medios responsables desmientan, aclaren y pongan orden narrativo. Porque si dejamos que el terror psicológico gane terreno, entonces ya no hará falta ni un solo disparo para que la población se sienta derrotada. Afortunadamente, las instituciones respondieron con celeridad y las declaraciones fueron contundentes. El fiscal Llaven Abarca anunció que hay avances en la investigación y que no se descarta la pronta captura de los responsables. Mientras tanto, el gobernador Eduardo Ramírez Aguilar fue enfático: no habrá impunidad. Y si algo necesita Chiapas frente a estos episodios es justamente firmeza, claridad y cero tolerancia ante quienes buscan el caos. No se trata de maquillar la realidad ni de minimizar los riesgos, se trata de entender con claridad qué ocurrió, cómo ocurrió y, sobre todo, qué no ocurrió. Villaflores no está ardiendo ni en zona de guerra.
De Tarot y Adivinanza
¿Habría que identificar qué grupos políticos o criminales están interesados en generar un ambiente de violencia en Chiapas, a menos de una semana del primer informe del gobernador Eduardo Ramírez? No dude usted que están identificados… Servidos.

