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Un año de palabra cumplida

8 de diciembre de 2025
in Opiniones
La palabra empeñada comenzó a cumplirse desde el primer día y hoy los resultados comienzan a sentirse en cada región.

La palabra empeñada comenzó a cumplirse desde el primer día y hoy los resultados comienzan a sentirse en cada región.

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La palabra empeñada comenzó a cumplirse desde el primer día y hoy los resultados comienzan a sentirse en cada región.

Ultimátum/Carlos Serrano

Al cumplirse el primer año del gobierno de Eduardo Ramírez Aguilar, Chiapas vive un momento de transición histórica. La transformación ya no es un concepto aspiracional, es una realidad palpable en la vida pública, en la transparencia del gasto, en la recuperación de la gobernabilidad y en la respuesta a las demandas más urgentes de la ciudadanía. La palabra empeñada comenzó a cumplirse desde el primer día y hoy los resultados comienzan a sentirse en cada región.

La seguridad, indudablemente era la mayor preocupación de las familias chiapanecas, por lo que hoy, con plena coordinación con la Federación y con las instituciones estatales, se ha podido avanzar hacia un clima de mayor tranquilidad. El estado recuperó espacios, fortaleció capacidades institucionales y dejó atrás el escenario de incertidumbre que se había extendido en regiones enteras que estuvieron bajo el asedio de grupos generadores de violencia. Sin triunfalismos, los avances son verificables y responden a una prioridad clara del ejecutivo, de proteger la paz, la convivencia y el derecho a vivir sin miedo.

Sin embargo, la seguridad no representa la raíz del desafío estructural que enfrenta Chiapas. Lo verdaderamente profundo está marcado por la desigualdad, la falta de oportunidades y la pobreza que durante décadas limitaron el desarrollo humano, económico y social. Ante ello, el gobernador ha entendido que la construcción de paz no solo se gana en las calles, sino en la dignidad, el empleo, la salud, la educación y en la posibilidad real de movilidad social. Por eso, el primer año ha sido clave para reconstruir el andamiaje administrativo, escuchar a los sectores sociales, ordenar prioridades y sentar bases sólidas para una estrategia de bienestar y crecimiento económico a largo plazo.

Por otra parte, el respaldo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha sido determinante y su compromiso no es solo institucional, es estratégico, con más inversiones para Chiapas y profundamente humano. Su visión de fortalecer los programas sociales y, al mismo tiempo, impulsar la reactivación económica coloca al estado dentro de una nueva era de desarrollo con justicia, inversión con sentido social y bienestar sin exclusiones. Ejemplo de ello es la puesta en marcha de la Línea K del Tren Interoceánico, así como su conexión con las estaciones de Arriaga y Tonalá, lo que representa un paso decisivo hacia la industrialización de la frontera sur y hacia la integración económica del Soconusco y la Costa con los mercados regionales y centroamericanos.

A la par, los polos de desarrollo en Tapachula y Arriaga y la modernización de Puerto Chiapas consolidarán una ruta logística y comercial que permitirá al estado reposicionarse en el mapa productivo del país. Asimismo, la operación del Tren Maya, tanto de pasajeros como de carga, abre la posibilidad de surtir agroalimentos a la Riviera Maya y habilitar patios de intercambio desde Palenque, conectando el sureste con los corredores multimodales del istmo.

La transformación también viene desde el sector energético, donde la reconversión de la presa Chicoasén II en una hidroeléctrica moderna, permitirá generar energía limpia con un impacto relevante para la sostenibilidad y el abastecimiento del estado. Este proyecto, junto con nuevas infraestructuras hospitalarias —como el Hospital 14 de Septiembre del IMSS en Tuxtla Gutiérrez— y la conservación de carreteras y puentes afectados por fenómenos naturales, pone a Chiapas en relieve, ya que la inversión pública que se está destinando, eleva la calidad de vida y fortalece la conectividad territorial.

El cambio más profundo está en las políticas de inclusión y bienestar social con Eduardo Ramírez y la Presidenta Sheinbaum, donde miles de comunidades indígenas y afromexicanas están recibiendo por primera vez recursos directos, sin intermediarios, para construir obras básicas a través del Fondo de Aportaciones para la Infraestructura Social y en asambleas comunitarias se deciden prioridades, como el agua potable, electrificación, vivienda, educación o salud. De esta manera, lo que antes era una espera prolongada, hoy se convierte en dignidad inmediata y participación real.

Los programas de vivienda también han dado un giro significativo. Decenas de miles de familias chiapanecas tendrán acceso a una casa propia en los próximos años, mientras otras han recibido descuentos y congelamientos de créditos. Son medidas silenciosas, pero profundamente humanas, porque significan refugio, arraigo y tranquilidad para quienes nunca habían tenido certeza patrimonial.

En materia alimentaria, un nuevo impulso permitirá recuperar la producción de maíz en La Frailesca, fortalecer el café del Soconusco con precios de garantía y activar una planta para la elaboración de harina, lo que construirá cadenas de valor locales y aliviará los costos en los bolsillos de las familias, donde la alimentación, entendida como derecho y no solo como mercado, también se convierte en política económica.

¿Qué viene después de un año de ordenamiento, coordinación, las primeras obras estratégicas y una agenda de bienestar activa?, se abre una etapa decisiva, que es evaluar el desempeño del gabinete legal y ampliado, ajustar perfiles, fortalecer capacidades técnicas y asegurar que la maquinaria gubernamental funcione a su máxima potencia en 2026. La velocidad del desarrollo exige experiencia, solvencia ética, claridad operativa y una convicción férrea por el servicio público.

El balance del primer año es profundamente positivo: tenemos gobernabilidad, visión, respaldo federal, orden administrativo y una ruta clara para combatir la pobreza desde el territorio y desde la economía productiva. Eduardo Ramírez inició con el pie firme y ha demostrado que el compromiso no es discurso, se ejecuta, por lo que los próximos meses serán aún más intensos, con más obras, mayor inversión, más oportunidades y una expansión sostenida de los programas sociales y productivos.

Si 2025 fue el año de recuperar, organizar y escuchar, 2026 será el año de producir, acelerar y transformar. Chiapas está avanzando hacia una etapa superior de bienestar y prosperidad compartida, y el gobernador seguirá trabajando a tambor batiente, como solo él lo sabe hacer, así que quienes permanezcan a su lado deberán mantener el ritmo y sobre todo, dar resultados.

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