Eugenio Hernández Sasso
Desde el final del sexenio de Andrés Granier Melo Tabasco ha entrado en una etapa de retroceso de la que no se ha podido recuperar y lo peor de todo es que los políticos le venden esperanzas al pueblo que ya no encuentra la salida de tanto problema.
Todos recuerdan que al finalizar el último gobierno del PRI en la entidad se desató una aguda crisis financiera en la que los hospitales colapsaron por falta de medicamentos, proveedores salieron a las calles a exigir sus pagos y la crisis local trascendió las fronteras y se convirtió en un escándalo nacional y quizá hasta internacional.
Las acusaciones de Arturo Núñez Jiménez contra el ex gobernador Granier calaron en la población que exigía justicia, pero nadie se percató de que las intenciones de quien representó el primer gobierno de izquierda en Tabasco eran: primero la venganza política y, segundo, saquear el presupuesto impunemente.
Si el final del mandato de Andrés Granier Melo fue de locura, el de Arturo Núñez nunca repuntó. Se pasó seis años en el reparto de culpas infundadas (porque al final de cuentas El Chelo Granier fue exonerado) y del presupuesto de cientos de miles de millones de pesos ejercidos durante seis años no se supo nada.
Núñez Jiménez, al fin educado en la vieja escuela, siguió el mismo método que Manuel Gurría Ordóñez, quien en tres años de interinato no hizo absolutamente nada en el gobierno y culpó siempre a su antecesor Salvador Neme Castillo, para tapar su incapacidad y hambre de riqueza mal habida.
Pero eso ya es pasado, vámonos al presente, a la situación que ahora nos ocupa. El gobierno de Morena en Tabasco, también de izquierda, simplemente ha seguido la misma estrategia. En el discurso habla de honestidad y la corrupción salpica por todas partes. Habla de desarrollo y el retroceso es como de 30 o 40 años. Habla de reparto equitativo de la riqueza y los pobres aumentan por miles.
Es muy fácil culpar a todos y no reconocer la falta de capacidad y responsabilidad para solucionar los problemas, definitivamente. De esa forma es muy fácil gobernar porque ni adán Augusto López Hernández hizo nada por su estado, ni mucho menos Carlos Manuel Merino, el interino con funciones de sustituto.
En 2018 el pueblo votó por una opción que le prometió sacarlo de la pobreza, no empobrecerlo más; disminuir la violencia, no aumentarla; acabar con la corrupción, no fomentarla; terminar con la impunidad, no avivarla, y resulta que hasta Arturo Núñez goza de ese privilegio, porque no ha dado cuenta de por lo menos más de 4 mil millones de pesos que no solventó tan solo en la cuenta pública de 2018.
Prometieron bajar los precios de muchos productos y resulta que ahora están por las nubes. Dijeron que subirían el salario de tal manera que los trabajadores no tuvieran carencias y resulta que la clase trabajadora es la más afectada, solo que ahora con una agravante más, en el norte hay un salario superior al de los obreros del sur. Ya ni la amuelan.
Tiene razón el diputado del MC Gerardo Gaudiano al decir que en 2024 la oposición puede ganar, porque la población está harta de ver cómo los gobernantes no hacen nada y desaparecen el presupuesto público impunemente. Solo es cosa de que PRI, PRD, PAN y MC se pongan de acuerdo y elijan al candidato correcto.
También es menester de generar conciencia en todos los sectores, desde ahora, para que en la jornada electoral del 2024 salga a votar esa gran mayoría que hace ganar o perder a los candidatos y le den la oportunidad a una nueva opción, a una propuesta joven que tenga ganas de trabajar y hacer algo por los tabasqueños.