Mario Gómez y González
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El resentimiento es un dolor moral que se produce como consecuencia de una ofensa. La persona que lo sufre no logra olvidar esa ofensa, de manera que lo vuelve a sentir una y otra vez (re-siente). Este sentimiento va acompañado de rencor y hostilidad hacia quienes causaron el daño.
Las características de las personas rencorosas son, de acuerdo a los estudiosos de la conducta que; ni perdonan ni olvidan, no aprenden del pasado, piensan que ellos nunca se equivocan, se mueven en los extremos; es decir, para ellos todo es blanco o todo es negro; son muy orgullosos, siempre desean tener el control, se ofenden con facilidad, siempre quieren tener la razón, la vida es un drama para ello y se creen mejores que los demás.
Si se entiende por política el arte de gobernar; es decir, de servir al Estado en beneficio del pueblo, podemos comprender la necesidad de analizar al gobernante para darnos cuenta, siendo este político, que, ante todo, es una persona sujeta a todas las contingencias de lo humano; o sea, puede ser generoso o ruin, noble o villano, bondadoso o cruel.
Todas estas características de su personalidad del gobernante y político, se revelan en su actuación como tal; y, por consiguiente, en el bienestar o en la infelicidad del pueblo, de aquellos que lo llevaron al poder y depositaron en él todas sus confianzas, anhelos y esperanzas.
Si un resentido llega a ostentar el poder, crece su rencor pues sobrevalora sus méritos y repudia a la sociedad que no los reconoció a tiempo. El triunfo, en lugar de curarlo, agrava sus problemas. Los aspavientos con que pretende compensar su complejo de víctima comprueban su debilidad e inseguridad.
Algunos estudiosos reconocen que el marxismo (la izquierda radical de estos nuevos tiempos), esconde en sus entrañas una actitud de resentimiento y venganza contra la burguesía y el capitalismo, a los que atribuye toda la responsabilidad por los males sociales. Por eso, su filosofía política no se orienta tanto a reivindicar a las clases proletarias (los pobres), cuanto a ejercer represalia, castigo o venganza contra sus presuntos opresores. El resentimiento en la política, lamentablemente, ha llenado muchas páginas violentas de la historia de la humanidad. No pocos resentidos se han ocultado bajo la careta de redentores.
¿Por qué a Tabasco no le ha ido tan bien con el presidente Andrés Manuel López Obrador, si éste es origen tabasqueño (oriundo de Tepetitán Macuspana), a como otros estados del país, con presidentes oriundos, han salido adelante en poco tiempo?
Tabasco, debería ser ejemplo y envidia, del resto de las entidades del país, en cuanto a inversiones, obras públicas e infraestructura, servicios, programas, acciones y presupuestos para detonar, de una vez y para siempre, el desarrollo integral de la entidad y el bienestar de los tabasqueños; sin embargo, seguimos como en el principio, últimos lugares en lo bueno, pero primerísimos lugares en todo lo malo y negativo.
Tabasco, no le llega ni a los tobillos al impulso, apoyo, apalancamiento, desarrollo y bienestar que tuvieron entidades con presidentes oriundos, tales como Veracruz con Miguel Alemán; Puebla, con Gustavo Díaz Ordaz, Ernesto Zedillo en Colima; Nuevo León, con Carlos Salinas de Gortari; Guanajuato con Vicente Fox Quezada, Michoacán con Felipe Calderón Hinojosa, Estado de México con Enrique Peña Nieto.
Todo el amor que Andrés Manuel López Obrador, dice tener por Tabasco y los tabasqueños, se reduce a dos obras (una incompleta, pero ya disque inaugurada), la Refinería de Dos Bocas y el Tren Maya; pero, ¿y el campo?, ¿el agro estatal?, ¿la industria y los servicios?, ¿la pesca?, ¿nuestras vocaciones primarias?, ¿la infraestructura para el desarrollo? (carreteras, vialidades y demás)
¿A qué se debe este abandono, valemadrismo o “ni los veo, ni los oigo”, de Andrés Manuel López Obrador, para con Tabasco y los tabasqueños?; un tabasqueño, oriundo de Macuspana y que fue compañero de primaria, secundaria; que estuvieron juntos en la ciudad de México y en el servicio público federal y estatal, me respondió a esa interrogante.
“Andrés Manuel, tiene un resentimiento para con Tabasco y los tabasqueños, por los años en los que estuvo formando la izquierda, pero que la misma sociedad y los gobiernos de aquellos años, no lo reconocieron, no le dieron el crédito y sí, lo persiguieron, le negaron triunfos en las urbanas; le cerraron los espacios en los medios de comunicación, al grado que lo sacaron de la entidad y se tuvo que refugiar en la ciudad de México, para reconstruir su carrera política”.
Lo mismo sucedió, me siguió narrando, con Manuel Bartlett Díaz; que presenció como su padre tuvo que salir de Tabasco prácticamente corrido y eso jamás se lo ha perdonado ni a la entidad, ni a los tabasqueños; ambos (AMLO y MBD), no olvidan esos agravios y se hacen de la vista gorda ante la terrible situación social, política y económica que viven los tabasqueños, porque no les interesamos y valemos madre.
Ya son cuatro años de gobierno federal con un presidente tabasqueño al frente de las instituciones de este país y ni siquiera se ha dignado (AMLO), a emitir un decreto presidencial, para terminar con el problema del no pago de la luz eléctrica y acceso a la tarifa preferencial más baja; la entidad no tiene nada que ofrecer en cuanto a terreno fértil para inversiones productivas y generación de empleos.
Solo malas políticas públicas y acciones del gobierno de la Cuarta Transformación (4T), traducidas en opacidad, no transparencia, subejercicios, carencias, abandono oficial, pobreza, miseria, corrupción e impunidad. Realmente, ¿cree usted, que a dos años de que concluya su mandato, López Obrador, podría cambiar la suerte y el destino de Tabasco y los tabasqueños? ¿le alcanzaría el tiempo? ¿está dispuesto? ** hasta mañana Dios mediante.