Tomate una taza de café
Enriqueta Burelo/Ultimátum
El café encontró en México un suelo generoso que ha permitido cultivar y producir variedades clasificadas entre las mejores del mundo. Destacan por su calidad las variedades Coatepec, Pluma Hidalgo, Jaltenango, Marago y Natural de Atoyac, sólo por citar algunas. Como productor de café México ocupa el quinto lugar a nivel mundial, después de Brasil, Colombia, Indonesia y Vietnam. El café se produce sobre una superficie de 761 mil hectáreas en doce estados de la República Mexicana, situados en la parte centro-sur del país. Estos estados son: Colima, Chiapas, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tabasco y Veracruz. El sistema de cultivo del café se hace bajo sombra.
Chiapas es el principal estado productor de café en México, le sigue en importancia el estado de Veracruz, con 242 mil 750 toneladas, el 25.0 por ciento nacional, el tercero es Puebla con 171 mil 619 toneladas, lo que equivale al 17.7 por ciento de la producción nacional. En el 2022 el panorama para la cafeticultora en Chiapas fue bastante favorable, la superficie y producción del café cereza ascendió a 243 mil 754 hectáreas lo que representa el 34.8 por ciento de la superficie nacional, la producción fue de 371 mil 747 toneladas, el 38.4 por ciento de la participación nacional, mil 824 toneladas más que en el 2021.
Por otro lado, las evidencias sobre el creciente número de productores, empresas y consumidores de café Chiapas han estado abriendo mejores caminos para que el fomento de la industria del café se oriente hacia prácticas más respetuosas del medio ambiente y los beneficios económicos y sociales mejoren son muy notables. Así también es importante señalar que Chiapas ha sido pionera en el cultivo de café orgánico, por lo que en datos se trata de un total de 45 mil 763 hectáreas para el café orgánico, en donde se producen 274 mil 600 sacos de café, de los cuales 180 mil son exportados. Esto da trabajo a 25 mil productores que son representados por 123 organizaciones.
Tradicionalmente, el café que crece en el volcán Tacaná es orgánico, de alta calidad en taza y se cultiva bajo sombra, es decir, a resguardo del Sol directo gracias a la umbra proporcionada por el follaje de árboles vecinos, por lo que este sistema agroforestal ayuda a preservar la flora, fauna, el suelo y agua del lugar; sin embargo, con la sustitución impulsada por la Sagarpa esto comienza a cambiar.
En sus recorridos, la investigadora del CIMSUR, Doctora Cecilia Ruiz de Oña Plaza, ha observado reticencia entre los caficultores a sustituir sus cafetales por nuevas variedades a las que deberán apostar su subsistencia durante los próximos 20 años, en especial porque no tienen certeza de su productividad y porque han visto que incluso en una misma comunidad un ejidatario es capaz de conseguir cosechas óptimas con estos híbridos mientras que su vecino tiene la suerte contraria y debe conformarse con una colecta que van de mediocre a pésima.
El escenario optimista del 2022 para el café en Chiapas, hace que se vea lejano el 2012, cuando la roya estuvo a punto de acabar con las plantaciones de café. Sin embargo, me encontré con un artículo publicado en Excelsior, sobre la situación del café en Veracruz, que me hizo preocupar, al recordar el viejo dicho cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.
En Teocelo, cerca de Xalapa, más de 5 kilómetros o algunos hasta 10, tienen que caminar los cortadores de café para llegar hasta el beneficio en donde les pagan 3 pesos por kilo. Algunas distancias las recorren entre terracería, lodo, lomas que suben y bajan cargando entre 40 y 50 kilos, por lo que en promedio se ganan entre 100 y 150 pesos. En familia, si bien les va, pueden llegar a juntar de 300 a 350 pesos, porque hasta los niños llevan su carga y aunque es menor el pesaje, también cuenta para que puedan obtener un recurso. Prefieren hacer estos desgastantes recorridos para no caer en manos de los coyotes, que lo único que hacen es explotarlos.
Para los niños, ir con sus familias al corte representa interrumpir sus estudios, no van a la escuela, porque prefieren ir a reunir dinero para poder comer o adquirir sus zapatos o el suéter que pueden usar para los intensos fríos que en la montaña llegan a ser hasta de 3 grados en la región más baja.
Al lado de esta realidad de los productores de Veracruz, en Chiapas, tenemos historias optimistas, forjadas en alianzas: El más reciente inicio podría remontarse a 1996, cuando los indígenas de la Selva Negra de Chiapas, ya dueños de su tierra, se dieron cuenta de que aún no lo eran de su riqueza, pues los finqueros de antaño se habían convertido en los “coyotes” que ahora se apropiaban de las ganancias producto de la comercialización del café. Entonces decidieron unirse y, con apoyo de la Misión Jesuita de Bachajón, formaron la microindustria Bats’il Maya para enseñar a las mujeres a tostar el café; cinco años más tarde, ésta se fortalecería al reorganizarse en la cooperativa Ts’umbal. Además de mejorar la calidad del grano, la cooperativa comenzó a construir un camino para llevar el café directamente a las tazas, sin intermediarios.
Esta historia tiene muchos orígenes entrelazados que logran significar Nuestro Café, esta alianza nos lleva a entender por qué esta taza de café que se vende en las cafeterías Capeltic —en las Ibero de Santa Fe y Puebla, y a partir de febrero de 2014 en el ITESO—, busca vender calidad y no caridad; por qué esta taza de café representa para quienes lo produjeron el aprendizaje del respeto por su trabajo.
Invito a que, en Chiapas, tomemos por lo menos una taza de café diario y cuando lo hagamos pensemos en todo el camino que se recorrió para que llegara a nuestras manos, y de esta manera contribuimos indirectamente a que nuestros productores tengan mejores ganancias.
enriquetaburelomelgar@gmail.com
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