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COLABORACIÓN INVITADA

8 de febrero de 2023
in Opiniones
COLABORACIÓN INVITADA
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Tomate una taza de café

Enriqueta Burelo/Ultimátum

El café encontró en México un suelo generoso que ha permitido cultivar y producir variedades clasifica­das entre las mejores del mun­do. Destacan por su calidad las variedades Coatepec, Pluma Hidalgo, Jaltenango, Marago y Natural de Atoyac, sólo por citar algunas. Como productor de café México ocupa el quinto lugar a nivel mundial, después de Brasil, Colombia, Indonesia y Vietnam. El café se produce sobre una superficie de 761 mil hectáreas en doce estados de la República Mexicana, situa­dos en la parte centro-sur del país. Estos estados son: Coli­ma, Chiapas, Guerrero, Hidal­go, Jalisco, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Tabasco y Veracruz. El sistema de cultivo del café se hace bajo sombra.

Chiapas es el principal estado productor de café en México, le sigue en importan­cia el estado de Veracruz, con 242 mil 750 toneladas, el 25.0 por ciento nacional, el terce­ro es Puebla con 171 mil 619 toneladas, lo que equivale al 17.7 por ciento de la produc­ción nacional. En el 2022 el panorama para la cafeticultora en Chiapas fue bastante favo­rable, la superficie y produc­ción del café cereza ascendió a 243 mil 754 hectáreas lo que representa el 34.8 por ciento de la superficie nacional, la producción fue de 371 mil 747 toneladas, el 38.4 por ciento de la participación nacional, mil 824 toneladas más que en el 2021.

Por otro lado, las eviden­cias sobre el creciente número de productores, empresas y consumidores de café Chiapas han estado abriendo mejores caminos para que el fomento de la industria del café se orien­te hacia prácticas más respe­tuosas del medio ambiente y los beneficios económicos y so­ciales mejoren son muy nota­bles. Así también es importan­te señalar que Chiapas ha sido pionera en el cultivo de café orgánico, por lo que en datos se trata de un total de 45 mil 763 hectáreas para el café orgánico, en donde se producen 274 mil 600 sacos de café, de los cuales 180 mil son exportados. Esto da trabajo a 25 mil productores que son representados por 123 organizaciones.

Tradicionalmente, el café que crece en el volcán Tacaná es orgánico, de alta calidad en taza y se cultiva bajo som­bra, es decir, a resguardo del Sol directo gracias a la umbra proporcionada por el follaje de árboles vecinos, por lo que este sistema agroforestal ayu­da a preservar la flora, fauna, el suelo y agua del lugar; sin embargo, con la sustitución impulsada por la Sagarpa esto comienza a cambiar.

En sus recorridos, la inves­tigadora del CIMSUR, Docto­ra Cecilia Ruiz de Oña Plaza, ha observado reticencia entre los caficultores a sustituir sus cafetales por nuevas varieda­des a las que deberán apostar su subsistencia durante los próximos 20 años, en especial porque no tienen certeza de su productividad y porque han visto que incluso en una mis­ma comunidad un ejidatario es capaz de conseguir cosechas óptimas con estos híbridos mientras que su vecino tiene la suerte contraria y debe con­formarse con una colecta que van de mediocre a pésima.

El escenario optimista del 2022 para el café en Chiapas, hace que se vea lejano el 2012, cuando la roya estuvo a punto de acabar con las plantacio­nes de café. Sin embargo, me encontré con un artículo pu­blicado en Excelsior, sobre la situación del café en Veracruz, que me hizo preocupar, al re­cordar el viejo dicho cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar.

En Teocelo, cerca de Xala­pa, más de 5 kilómetros o al­gunos hasta 10, tienen que ca­minar los cortadores de café para llegar hasta el beneficio en donde les pagan 3 pesos por kilo. Algunas distancias las recorren entre terracería, lodo, lomas que suben y bajan cargando entre 40 y 50 kilos, por lo que en promedio se ga­nan entre 100 y 150 pesos. En familia, si bien les va, pueden llegar a juntar de 300 a 350 pesos, porque hasta los niños llevan su carga y aunque es me­nor el pesaje, también cuenta para que puedan obtener un recurso. Prefieren hacer estos desgastantes recorridos para no caer en manos de los coyo­tes, que lo único que hacen es explotarlos.

Para los niños, ir con sus familias al corte representa in­terrumpir sus estudios, no van a la escuela, porque prefieren ir a reunir dinero para poder comer o adquirir sus zapatos o el suéter que pueden usar pa­ra los intensos fríos que en la montaña llegan a ser hasta de 3 grados en la región más baja.

Al lado de esta realidad de los productores de Veracruz, en Chiapas, tenemos historias op­timistas, forjadas en alianzas: El más reciente inicio podría remontarse a 1996, cuando los indígenas de la Selva Negra de Chiapas, ya dueños de su tie­rra, se dieron cuenta de que aún no lo eran de su riqueza, pues los finqueros de antaño se habían convertido en los “co­yotes” que ahora se apropiaban de las ganancias producto de la comercialización del café. Entonces decidieron unirse y, con apoyo de la Misión Jesui­ta de Bachajón, formaron la microindustria Bats’il Maya para enseñar a las mujeres a tostar el café; cinco años más tarde, ésta se fortalecería al re­organizarse en la cooperativa Ts’umbal. Además de mejorar la calidad del grano, la coo­perativa comenzó a construir un camino para llevar el café directamente a las tazas, sin intermediarios.

Esta historia tiene mu­chos orígenes entrelazados que logran significar Nuestro Café, esta alianza nos lleva a entender por qué esta taza de café que se vende en las cafe­terías Capeltic —en las Ibero de Santa Fe y Puebla, y a partir de febrero de 2014 en el ITE­SO—, busca vender calidad y no caridad; por qué esta taza de café representa para quienes lo produjeron el aprendizaje del respeto por su trabajo.

Invito a que, en Chiapas, to­memos por lo menos una taza de café diario y cuando lo hagamos pensemos en todo el camino que se recorrió para que llegara a nuestras manos, y de esta mane­ra contribuimos indirectamente a que nuestros productores ten­gan mejores ganancias.

enriquetaburelomelgar@gmail.com

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