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A ESTRIBOR

13 de febrero de 2023
in Opiniones
A ESTRIBOR
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Temporada de zopilotes

Juan Carlos Cal y Mayor/Ultimátum

Mi padre me decia , “ si quieres ha­cer política, lee, prepárate, estudia a los griegos, la historia de Roma, la historia de México…”. En­tendí desde entonces que la política es un asunto que hay que tomarse muy en serio, que formarse es fundamen­tal y no basta con vivir que­jándonos o tener el deseo de participar en la toma de decisiones públicas. Nos vi­vimos quejando de nuestra clase política cuando resulta que ella emana de la misma sociedad. Que, si están en el poder, es por nuestra indife­rencia por los asuntos públi­cos, por nuestra displicencia e incluso concupiscencia.

Nuestro retroceso, nues­tra subcultura, nuestra falta de desarrollo, es consecuen­cia de nuestros tomadores de decisiones. Y no es por falta de oposición, ellos tam­bién tienen lo suyo. Algunos valientes que no dejan de ser improvisados, que no harían las cosas mejor que lo fla­mígeramente critican. En el caso nuestro, el de Chiapas, la evidencia es patética. No hay contrapesos, sino sim­ples franquicias, para com­petir y obtener migajas del poder. Patiños de la tragico­media. La resistencia la con­forman grupos de presión que luchan por sus propios intereses.

El ascenso de nuestros políticos aldeanos no es pro­ducto del mérito. Es conse­cuencia de coyunturas que los hicieron pasar de asis­tentes a insignes represen­tantes políticos. Destacados turiferarios cuya virtud es la zalamería, el sombrero ajeno, a todas luces eviden­te. Temerosos por incapa­ces e ignaros, solo suben a tribuna para leer discursos elaborados por asesores que piensan por ellos. Ninguno destaca por sus dotes orato­rias, por su capacidad de de­bate. Son a lo sumo, eficaces vocingleros del griterío que caracteriza a nuestra arena pública. Los que lo desta­can, que los hay, son gar­banzos de a libra, raras avis, excepciones que contrastan con el circo en que han con­vertido a la máxima tribuna del país. Los tartufos se aga­zapan para obstruir a todo que pueda obnubilarlos.

En el país de la Rosa de Guadalupe, basta con la burda propaganda. Por contratar a influencers, in­serciones y publicidad. Di­nero para crear la ficción de la popularidad. Somos tan torpes que, en vez de cues­tionarlos, asentimos y los dejamos seguir en el poder. Su prosperidad mal habida se convierte en la ruta del aspiracionísmo a seguir. Las nuevas generaciones aspi­ran a escalar sin importar el medio. La falta de ideales y la carencia escrúpulos es la tónica. Se afilian a partidos sin conocer su doctrina. La ideología es el poder por el poder, de ahí las consecuen­cias. Tenemos lo que mere­cemos.

Ahora que se aproximan las nuevas elecciones, surgen espontáneos que creen me­recer. Arribistas jugando a la lotería de la política mon­tados como rémoras. Nada proponen, su palabrería es hueca, carente de conteni­do. El pueblo es la presa, ellos los buitres. Nadie está discutiendo cómo enfrentar nuestros grandes problemas. Vaya, ni siquiera son capaces de identificarlos.

Los datos revelan nues­tro drama. Gastamos 3 de cada 10 pesos en educación, pero ocupamos el último lu­gar en las evaluaciones del Coneval. Nuestra población crece al doble de la media nacional, particularmente en los estados más pobres. Tenemos el 33% del agua del país, pero ocupamos el pri­mer lugar en enfermedades gastrointestinales, por la contaminación del agua. La diabetes es una de las prin­cipales causas de muerte, pero somos los principales consumidores de refrescos a nivel mundial. La anarquía en la dispersión poblacional hace imposible satisfacer las necesidades más básicas. No hay dinero que alcance para atender la salud y la educa­ción. La movilidad social es nula. Recibimos dádivas a cambio de votos.

Las nuevas generacio­nes se han vuelto escépticas a la política y no sin razón. Nuestros talentos se frus­tran. No acceden a la mo­vilidad social a menos que hagan trampas. Por eso emi­gran en busca de mejores oportunidades. No hemos sabido brindarles mejores destinos para que sean ellos los que transformen y nos hagan evolucionar social y económicamente. Saben có­mo pero no encuentran por dónde. Les hemos cerrado el camino. En sus manos está el presente y el futuro. Nos corresponde ceder la estafe­ta. A ello hay que abocarnos, pero el tiempo se agota. Ur­ge despertar.

jccymf@yahoo.com

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