Eugenio Hernández Sasso
Cuando Eric Garrido llegó a la presidencia municipal de Jonuta cobijado por Morena, dijo que el cacicazgo de Tito Filigrana se había terminado; sin embargo, no le confesó al pueblo que él sería peor que el exalcalde perredista.
El ex priísta se ha enfurecido hasta porque le reclame la gente la falta de atención y escasez de obras. Es decir, se molesta que le recuerden para qué lo eligieron, y, además, para qué le pagan.
El 19 de abril, para ser exactos, el senador perredista Juan Manuel Fócil Pérez lo acusó de haber amenazado hasta de muerte a vecinos de Amatitán, por el simple hecho de haber pedido que les arreglaran los intransitables caminos de esa localidad.
Antes ya había agarrado pleito con la síndica de Hacienda, María Soledad Villamayor Notario, a quien “destituyó” en una sesión de cabildo. Esto le provocó otro problema, pues la regidora no se quedó de brazos cruzados y lo denunció por Violencia Política de Género (VPG).
Como Eric Garrido forma parte de la actual mafia del poder en la entidad, el Tribunal Electoral de Tabasco lo exhoneró de culpa y creyó que era intocable.
Sin embargo, apenas la semana pasada la Sala Xalapa le recetó un revés a ese dictamen, declaró la existencia de la VPG denunciada y se revocó tanto la sentencia del TET como las actas de sesión del Cabildo que otorgaron al presidente municipal la representación jurídica del Ayuntamiento y del municipio en asuntos litigiosos y de la Hacienda municipal.
Ahora tendrá que asumir las consecuencias, pedir disculpas públicas, tomar sus cursos respectivos para ver las cosas con mayor perspectiva de género y, muy probablemente, quedará fuera de cualquier posibilidad de ser postulado a cargos de elección popular por algunos años, como le pasó a Evaristo Hernández Cruz.
La última bronca que se aventó el nuevo aprendiz de cacique de Jonuta fue con el presidente del CDE del PRI, Dagoberto Lara Sedas, quién también, a través del equipo jurídico de ese instituto político lo han denunciado por mapache electoral.
En la pasada revocación de mandato se le hizo fácil al alcalde de Jonuta, Eric Garrido, retacar las urnas de votos para quedar bien con el gobernador interino Carlos Merino, con el secretario de Gobernación Adán Augusto López y con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El problema es que ese tipo de acciones no ayuda a nadie, pues según el análisis de los expertos, en las casillas instaladas en Jonuta votaron hasta tres personas por minuto. Algo totalmente increíble.
Sí, mis fieles tres lectores, tres personas por minuto. Es de risa pero así fue. Por eso el líder tricolor en la entidad dijo que, así como usurpó las funciones de la síndica de Hacienda, también usurpó la voluntad de los jonutecos al rellenar urnas.
La queja presentada ante el INE es casi seguro que procederá y el neocacique de Jonuta, Eric Garrido, tendrá que enfrentar un nuevo problema con la justicia por cometer delitos electorales.
Definitivamente los diputados deben marcarle un alto a este alcalde, porque si lo dejan seguir en esa dinámica, seguro va a causar un problema irreversible a sus superiores jerárquicos, además de promover, con sus acciones, el hartazgo que se traducirá en votos contra Morena en esa maltratada localidad de la zona de Los Ríos.
Luego no vayan a decir que no se les advirtió a tiempo.